Todo para el paciente, pero sin el paciente… Claves para acabar con el ‘modelo absolutista’ en adherencia

Administración, profesionales y pacientes reclaman tiempo y canales de comunicación efectivos para que el equipo multidisciplinar funcione

Carlos Rodríguez

Los factores que pueden influir en la mala adherencia a los tratamientos son muchos, entre otros los que se imputan a los pacientes, a los profesionales sanitarios o al propio tratamiento. Pero de todos ellos, la necesidad de acompañar al paciente fue uno de los más resaltados durante el debate Visión sobre la Adherencia: problemas y soluciones, con el que se dio el pistoletazo de salida a las VI Jornadas Nacionales de Adherencia a los Tratamientos organizadas por el Observatorio de la Adherencia al Tratamiento (OAT). Para que ello funcione es necesario que los profesionales dispongan de tiempo y de canales de comunicación efectivos que permitan que los equipos sean verdaderamente multidisciplinares e involucren tanto a los pacientes como a las asociaciones que los representan.

Todo para el paciente, pero sin el paciente… La clave de lo que más tarde se denominó el ‘modelo absolutista’ la expuso Conxita Tarruella, presidenta de Esclerosis Múltiple España y de Neuroalianza, al hacer referencia a los distintos inputs que el paciente recibe por parte de los distintos profesionales sanitarios. “Los pacientes no queremos estar en el centro, sino en todo el círculo. No queremos que los profesionales decidan por nosotros, pero sin nosotros. Las acciones tienen que ir dirigidas al paciente, pero con la participación del paciente”, reivindicó.

Esta situación da forma a una de las reclamaciones históricas de los pacientes. Para poder disponer de la formación y la información que se demanda desde todo el sistema sanitario, lo primero que necesita el paciente para mejorar la adherencia a los tratamientos es tiempo para que el médico le escuche. “Médico y paciente deben decidir el mejor tratamiento, porque según la edad, la vida laboral o la autonomía, entre otros factores, un tratamiento puede funcionar mejor en un paciente que en otro”, añadió Tarruella.

El equipo multidicisplinar

Los médicos entonan el mea culpa. Son conscientes, como apuntó Pilar de Lucas, vocal del Comité Científico del OAT y moderadora del debate, de que una de las barreras en la comunicación con el paciente sigue siendo esa falta de tiempo para mejorar la formación e información en las consultas. Afortunadamente, el sistema cuenta con otros profesionales, cuya labor puede ser de gran utilidad para completar esa carencia.

De izquierda a derecha, Santiago Moreno, María José Calvo Alcántara, Pilar de Lucas; Luis Amaro, Encarna Fernández y Conxita Tarruella
De izquierda a derecha, Santiago Moreno, María José Calvo Alcántara, Pilar de Lucas; Luis Amaro, Encarna Fernández y Conxita Tarruella

Es el caso, por ejemplo, de las consultas de Enfermería. Su puesta en marcha ha permitido a las enfermeras ahondar en el abordaje de la adherencia en el ámbito hospitalario. No obstante, sigue habiendo mucho que hacer fuera de este ámbito. “En el domicilio nadie controla si el paciente se toma la medicación o no. Los ámbitos de la Atención Primaria y la Atención Domiciliaria son nuestro caballo de batalla en materia de seguimiento”, reconoció Encarna Fernández, directora de Enfermería del Hospital Clínico San Carlos y vocal del Comité Científico del OAT.

Las administraciones sanitarias son conscientes de la situación. Precisamente por eso tienen muy en mente a otro profesional sanitario. “Para ganar tiempo, en las comunidades autónomas tenemos un batallón de farmacéuticos, no sólo de la administración, sino también en las oficinas de farmacia, para participar en la adherencia e informar al paciente”, destacó María José Calvo Alcántara, subdirectora general de Farmacia y Productos Sanitarios de la Comunidad de Madrid.

En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, la Consejería de Sanidad está siguiendo una línea específica en su estrategia de crónicos que apuesta por que el farmacéutico trabaje en el seguimiento farmacoterapéutico, la adherencia, la revisión de los tratamientos y la conciliación de la medicación, convirtiéndose así en un eslabón más de la cadena, junto con el médico y la enfermera.

Como trabajo previo a la adherencia, la administración sanitaria también cree fundamental la revisión de tratamientos, como base para un buen plan terapéutico sin el cual es difícil que se logre una buena adherencia. “Tenemos datos que nos dicen que la falta de adherencia es un problema de salud pública, pero también nos parece que es un problema de seguridad que existan errores de medicación porque no hay una buena revisión de tratamientos, o una buena conciliación en las transiciones asistenciales. Por eso necesitamos la participación de todos los profesionales”, recalcó la subdirectora de Farmacia de Madrid.

La administración sanitaria cree fundamental la revisión de tratamientos como base para un buen plan terapéutico sin el cual es difícil que se logre una buena adherencia 

Desde la oficina de farmacia se defiende esta estrategia, por la proximidad y cercanía que ofrece la red de 22.000 farmacias repartidas por España. El farmacéutico es, además, uno de los profesionales más inmersos en proyectos de adherencia, tal y como señaló Luis Amaro, secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF). “Nosotros lo estamos haciendo, pero no podemos hacerlo solos. Es necesario que se contemple al farmacéutico dentro de los planes de salud de las comunidades autónomas. La estrategia para mejorar la adherencia debe ser la suma de todos, cada uno dentro de sus competencias y en su ámbito de actuación”, apuntó.

También desde el Ministerio de Sanidad se contempla como fundamental el equipo multidisciplinar. Así lo apuntó Carlos Lens, subdirector general de Calidad de Medicamentos y Productos Sanitarios, durante la clausura de la jornada: “Es importante que todos los participantes del acto médico, y no menos el paciente, sean conscientes de la importancia de que la intervención terapéutica, para que desemboque en el fin esperado, tiene que efectuarse de acuerdo a protocolo”.

Carlos Lens, subdirector general de Calidad de Medicamentos y Productos Sanitarios, entre Jesús Díaz, director general del OAT, y Agustín Rivero, presidente de FundOAT.

Canales de comunicación

El equipo multidisciplinar tiene todavía otro reto por delante: facilitar la transmisión de información entre sus agentes. Apuntó Luis Amaro que “fallan los canales de comunicación que existen entre los distintos profesionales”. Esto implica que información está fraccionada e impide tener una visión holística del paciente: “Tenemos un problema importante sobre la mesa y es el de la historia clínica electrónica unificada allá donde vaya el paciente”, confirmó Encarna Fernández.

Desde la Consejería de Sanidad se cree que comunicarse es posible. En esta materia, ofrece la figura del farmacéutico de la administración, que por su ubicación se convierte en un buen punto de contacto entre los profesionales. Pero, al mismo tiempo, reconoce una tarea pendiente desde el sector público: trabajar más activamente con las asociaciones de pacientes, como se hace en Cataluña.

Allí, una vez detectada alguna carencia en el paciente (por ejemplo, educativa o formativa), cualquier médico puede entrar en contacto, a través de la historia clínica, con asociaciones de la zona que pueden ayudar al paciente a suplir esa carencia. “No vamos a tener una buena adherencia si no tenemos al paciente bien informado, formado y convencido de que el tratamiento que ha sido prescrito por su médico, y cuyo uso ha sido revisado por la enfermera o por el farmacéutico, es bueno para su salud”, concluyó María José Calvo Alcántara.


Adherencia y Salud Pública

La adherencia a los tratamientos no sólo es básica en relación a los pacientes crónicos. Cuando se trata de pacientes agudos, entra de lleno en el terreno de la Salud Pública, tal y como puso de manifiesto Santiago Moreno, jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. “La mala adherencia lleva, como consecuencia general, a la ineficiencia del tratamiento, pero en el caso de las enfermedades infecciosas tiene una consecuencia más: permite que los microorganismos se hagan resistentes, lo que a su vez lleva a que la transmisión de esa bacteria sea portadora de la resistencia adquirida, y determina que a lo largo del tiempo los antimicrobianos que utilizamos dejen de funcionar”, explicó.

Hoy existen varios ejemplos que ilustran esta problemática. Ocurre con el tratamiento de infecciones urinarias, de amigdalitis estreptocócicas o el tratamiento de infecciones cutáneas leves. Pero sin duda el caso más paradigmático es el de la tuberculosis, donde las resistencias como consecuencia de la falta de adherencia han llegado a tal nivel que han llevado a acuñar el término ‘tuberculosis extremadamente resistente’ y han forzado a la Organización Mundial de la Salud a definir una estrategia de tratamientos directamente supervisados.

Moreno instó a centrar la atención en los factores que determinan la falta de adherencia a los tratamientos. También para este trabajo existe un ejemplo paradigmático, el del sida, del cual se ha aprendido mucho en materia de adherencia en una enfermedad crónica. La falta de adherencia a los tratamientos antirretrovirales centró la atención de pacientes y profesionales durante años. Tanto, que llegó a ser el principal problema del tratamiento, con congresos monográficos y revistas fundadas para arrojar luz sobre un comportamiento que no sólo tenía como consecuencia que la enfermedad progresara, sino también que el virus se hiciera resistente.

Los trabajos se dirigieron entonces a intentar aclarar los factores que influían en la mala adherencia. Claramente se identificaron aquellos que dependían del paciente, los que dependían del profesional sanitario y los que dependían de la medicación. De ellos, estos últimos eran especialmente peliagudos. Incluían numerosos requerimientos, que hacían de la toma un asunto muy complejo. El siguiente paso fue poner remedio. Gracias a un esfuerzo conjunto de los profesionales sanitarios y de la industria farmacéutica, las tasas de adherencia pasaron del 65 por ciento a prácticamente el 100 por cien. En opinión de Moreno, resultó “cardinal” que la industria fuera capaz de transformar “un tratamiento tan complejo en una sola pastilla con buena tolerabilidad”.