El 56 por ciento de las App de salud van destinadas a pacientes con problemas crónicos

Las nuevas tecnologías aplicadas a la cronicidad han sido uno de los temas estrella del X Congreso de Atención al Paciente Crónico

Redacción

Actualmente, se estima que existen 165.000 Apps de salud y 30.000 de salud mental disponibles de forma gratuita o de pago en iTunes o Play Store. La cifra es especialmente significativa para los pacientes crónicos, dado que son el principal grupo de usuarios destinatarios de las herramientas de mHealth. El 56 por ciento de las mismas se destinan a éstos, según datos apuntados por Inmaculada Plaza García, profesora titular e investigadora del Departamento de Ingeniería Electrónica y Comunicaciones de la Escuela Universitaria Politécnica de Teruel, durante el X Congreso de Atención al Paciente Crónico celebrado en Zaragoza, organizado por semFYC y SEMI.

Las nuevas tecnologías y formas de comunicación aplicadas a la cronicidad han sido uno de los temas estrellas del congreso, que durante dos días ha convertido a la capital aragonesa en el foro de debate de la enfermedad crónica. Cerca de 600 profesionales médicos y gestores sanitarios y un centenar de pacientes crónicos activos se han dado cita para analizar los retos asociados a la cronicidad. Alrededor del 42 por ciento de la población española padece al menos un proceso crónico, siendo los más frecuentes la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el dolor lumbar y cervical. Las cifras aumentan si se tiene en cuenta el envejecimiento poblacional, alcanzando hasta el 70 por ciento de los mayores de 65 años, con una media de cuatro enfermedades crónicas por persona.

En el transcurso de la Mesa “Nuevas tecnologías en la cronicidad. CyC: Cambiando los Cuidados“, los expertos han señalado cómo las tecnologías vinculadas a la telemedicina, tanto a dispositivos (teléfonos o wearables) como a programas (software o Apps), así como el uso de las redes sociales en la atención a pacientes crónicos contribuyen a aumentar el autocuidado y la adherencia terapéutica, y a reducir los ingresos hospitalarios y las complicaciones. Sólo en el caso de la mHealth, la mayoría de las iniciativas y proyectos presentados se centran en patologías cardiovasculares, respiratorias o de salud mental. De hecho, los datos apuntan a que en los próximos años los campos terapéuticos que más recorrido pueden tener en el ámbito de la Salud Móvil son la insuficiencia cardiaca, la diabetes, la obesidad, la hipertensión, la depresión, la EPOC o la cardiopatía isquémica.

El potencial de las redes sociales

Los expertos no obvian, sin embargo, que existe un problema aún no solucionado en relación a las Apps de salud: se estima que sólo un porcentaje muy pequeño de ellas logra fidelizar a los usuarios. Una buena alternativa podrían ser las redes sociales, según indicó José García Moros, catedrático de Ingeniería Telemática de la Universidad de Zaragoza y coordinador del grupo CENIT (Communications Networks and Information Technologies) en el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón.

La ponencia que este experto ha presentado en Zaragoza plantea un diseño e implementación basado en pequeñas funciones sobre la red social o plataforma de mensajería que permitan agilizar tareas como toma de datos, recordatorios y alarmas a través del uso de asistentes virtuales y de cuidadores informales o familiares, liberando de trabajo al profesional médico. “Aunque todavía es necesario generar evidencias respecto a los resultados, sí es previsible que las redes sociales puedan ayudar a los pacientes crónicos en diferentes aspectos: llevar un mejor control en sus tratamientos, tener un seguimiento personalizado de su enfermedad, conectar a dichos pacientes crónicos con sus familiares y amigos con la consiguiente mejoría emocional y de su estado de salud, compartir preguntas e inquietudes con otros pacientes que se encuentren en situación similar, etc“, vaticinó.

En la misma línea, Plaza García también destacó el uso que las redes sociales pueden tener en pacientes con enfermedades mentales. En su opinión, los datos de uso y los patrones de comunicación “podrían servir como monitores pasivos para detectar depresión y cambios en la psicopatología“.