El abordaje de la cronicidad, entre el trabajo en silos y el desconocimiento de los planes de crónicos

El Comité Científico del OAT demanda un cambio cultural para superar los recelos que aún provoca el equipo multidisciplinar

Carlos Rodríguez

Existe un espacio de colaboración para mejorar la calidad asistencial, favoreciendo la creación de una Sanidad más solvente, equitativa e integrada. No obstante, y a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre ellos, los equipos multidisciplinares siguen despertando recelos, lo cual es negativo, en primer lugar, para los propios profesionales que lo conforman, y después para los pacientes que no se benefician de ellos. Superar esos recelos precisa de un cambio cultural y de un apoyo decidido por parte de la organización, según recalcaron los miembros del Comité Científico del OAT durante el debate Adherencia, Cronicidad y Pacientes: Visión y Objetivos, organizado en la sede del Grupo OAT. Afortunadamente, este cambio cultural tiene un espejo donde mirarse: la Geriatría.

En sí misma, la mención a que el paciente es el centro del sistema hace referencia a la multidisciplinariedad. Si el paciente es el eje, eso significa que todo gira a su alrededor. Pero a la hora de analizar el seguimiento multidisciplinar de los pacientes, en especial de los crónicos, el trabajo en silos es un leit motiv en el discurso de los expertos del OAT. Los compartimentos estancos no sólo siguen formando parte del día a día asistencial, sino que también se ejemplifican a otros niveles. “Los congresos siguen reuniendo a la profesión médica, farmacéutica o enfermera. En contadas ocasiones se reúnen para hablar sobre el paciente de una enfermedad todos los profesionales que tienen algo que decir sobre ella”, apunta Fernando Mugarza, coordinador del Comité.

Esas contadas ocasiones tienen un nombre claro: la Geriatría se erige hoy como un ejemplo perfecto de estructura matricial, donde la jerarquía y la verticalidad pierden peso, donde impera el trabajo en equipo y donde nadie es más importante que el resto… Y todo ello con unos beneficiarios claros: los pacientes. Generalizar la dinámica de trabajo que desde hace años vienen demostrando los geriatras implica, ante todo, promover un cambio cultural. El problema es que, hasta ahora, tampoco desde la organización ha existido un respaldo a esta forma de trabajo, lo que ha relegado al equipo multidisciplinar a la voluntariedad de los profesionales. “Hay profesionales que tienen integrado y creen en el trabajo en equipo, y otros que siguen pensando que estamos en el siglo XVIII”, opina Encarna Fernández, vocal del Comité. Con ella coincide Carmen Valdés: “Hay que educar para trabajar en equipo”, resalta.

La Geriatría se erige hoy como un ejemplo perfecto de estructura matricial, donde la jerarquía y la verticalidad pierden peso y donde nadie es más importante que el resto

Es tarea de los líderes de las organizaciones (jefes de servicio, supervisores, directores médicos…) dar ejemplo, pero no solo de ellos depende el superar los recelos al equipo multidisciplinar. José Manuel Ribera, presidente del Comité Científico del OAT, aporta tres vías de actuación: la primera, aportar datos sobre la eficiencia de la multidisciplinariedad. “Mucha gente no cree que el equipo multidisciplinar funcione”, argumenta. La segunda, trabajar en un modelo “basado en la igualdad” de los profesionales sanitarios. Y la tercera, distribuir funciones basadas “en el sentido común”.

Pilar de Lucas, vocal del Comité Científico del OAT.

Así lo entiende también Pilar de Lucas. “Lo que hay que tener en cuenta cuando se forma un equipo multidisciplinar es que la mayoría de los enfermos crónicos tienen multimorbilidad, y que van a requerir, por un lado, una figura integradora, que ahora se llama gestora del caso, que contemple todos los aspectos del paciente y, por otro lado, una serie de profesionales que van a abordar cada uno de los problemas que tenga el paciente, sin que ninguno sea más importante que otro, ni por especialidades ni entre las distintas profesiones. Lo importante es que tengamos bien definidas nuestras competencias”, asegura la vocal del Comité Científico del OAT.

Estos recelos han sido y siguen siendo paradigmáticos en casos concretos, como es la adherencia, tal y como recuerda Luis de Palacio. “Hay que intentar no apropiarse de parcelas exclusivas de actividad en materia de adherencia, porque se trata de un concepto que se predica del paciente, y que sin su implicación es imposible lograr”. A su juicio, “las corporaciones profesionales deberían compartir los principios básicos que rigen el Comité Científico del OAT para construir acuerdos interprofesionales en materia de adherencia”.

Desconocimiento de los planes de crónicos

El trabajo en silos por parte de los profesionales no es la única barrera que impide mejorar el abordaje de la cronicidad. Desde que en 2012 vio la luz la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud, han proliferado planes y estrategias a nivel autonómico, pero años después permanece la duda de hasta qué punto dichos planes han abandonado el papel para formar parte del día a día de los profesionales.

El Comité Científico del OAT coincide en su diagnóstico: los planes de crónicos son un elemento estrella en multitud de congresos, jornadas y cursos, pero la percepción por parte de los profesionales es que, o no se llevan a la práctica, o no pasan de un pilotaje. “Los planes están ahí, son magníficos sobre el papel, pero ¿dónde están los planes reales? ¿Dónde están esos equipos multidisciplinares? ¿Dónde están los resultados? No se les ve”, asegura Pilar de Lucas. Ante esta situación, hablar de la evaluación de estos planes es, cuando menos, optimista. “El papel lo soporta todo, pero a la hora de llevarlos a la práctica no sabes ni por dónde empezar —puntualiza Encarna Fernández. Por tanto, los planes salen, pero cambian cuando llega otro y no sabemos si ha sido efectivo o si ha tenido respuesta”.

El Comité Científico del OAT coincide en su diagnóstico: la percepción por parte de los profesionales sobre los planes de crónicos es que, o no se llevan a la práctica, o no pasan de un pilotaje

El desconocimiento no es lo único a lo que se enfrentan estos planes. Como en muchas otras materias en temas de salud, la cronicidad también se está viendo afectada por la inequidad entre comunidades autónomas. Partiendo de la base de que cada una tiene su idiosincrasia, José Manuel Ribera considera que “debería evitarse que los planes de crónicos fueran competitivos”. Carmen Valdés también alude a unas diferencias entre regiones, marcadas inevitablemente por la politización de la sanidad y por su forma de financiación. “Que los presupuestos en Sanidad no sean finalistas genera que no lleguemos a objetivos”, recalca. En su discurso, como en el de Fernando Mugarza, subyace el mensaje de que, ante estas diferencias, el Ministerio de Sanidad tendría que liderar para hacer valer su papel como garante de la cohesión y la equidad en el Sistema Nacional de Salud.

Fernando Mugarza y Carmen Valdés, coordinador y vocal, respectivamente, del Comité Científico del OAT.