El País Vasco apuesta por incorporar un formulario único para buscar testimonios reales sobre la falta de adherencia a los tratamientos
Carlos Rodríguez
Desde hace tiempo, el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) tiene la posibilidad de calcular el porcentaje de buena o mala adherencia de la población cruzando los datos relativos a la prescripción y la dispensación en las oficinas de farmacia. Los últimos datos disponibles, de octubre de 2017, apuntan a que un 62 por ciento de la población tiene una buena adherencia a los tratamientos (de entre el 80 y el 110 por ciento de las dosis prescritas). Asimismo, aproximadamente un 12 por ciento tiene una adherencia de entre el 40 y 80 por ciento; cifra similar a quienes tienen una adherencia de entre el 0 y el 40 por ciento. La consecuencia es una mera cuestión de números: un 12 por ciento de los pacientes tiene un 0 por ciento de adherencia, según señaló José Luis Quintas, subdirector de Aseguramiento y Contratación Sanitaria del País Vasco, durante las VI Jornadas Nacionales de Adherencia a los Tratamientos.
El propio Quintas resaltó que “no se trata de una medición basada en testimonios o encuestas”, lo que obliga a relativizar la validez de los resultados. “La adherencia tiene como fondo un comportamiento humano. Sólo los testimonios dirán si, además de comprar la medicación, los pacientes se la toman. Porque no hay que presumir que lo hagan; como tampoco hay que presumir que, por el hecho de no comprarla, no se la estén tomando porque la tienen en casa. En definitiva, la vida no cabe en un Excel”, argumentó este experto.
Con el objeto de recabar esos testimonios, el Servicio Vasco de Salud ha decidido incorporar un formulario único con las preguntas del test de Morisky-Green (sobre todo por parte de Enfermería), más otras preguntas adicionales sobre la autonomía del paciente, la dispensación de medicación o los efectos secundarios, entre otras.
Confianza en ‘lo micro’
El Gobierno Vasco considera que la adherencia a los tratamientos no mejorará mientras no mejore la relación entre el médico, la enfermera y el paciente. “La confianza en lo micro, más allá de los sistemas, es fundamental. La adherencia, en una relación clínica de confianza entre el paciente con su médico o enfermera, está garantizada. El problema es cuando esto no ocurre”, apuntó Quintas. Esta es la razón por la cual, según este experto, hay que acabar con el “sesgo” que impide que el plan terapéutico sea realmente compartido con el paciente. “Tenemos que abandonar con la relación clínica del modelo paternalista. El médico es especialista en medicina, pero el paciente es experto en sí mismo”, explicó.
Esta postura explica que en Euskadi no exista, como tal, un plan específico en materia de adherencia. Esta asignatura se aborda a través de medidas transversales que dan forma a lo establecido en los tres grandes planes maestros: el Plan de Salud, con vigencia de diez años; las Líneas Estratégicas de Osakidetza y la Estrategia Socio-sanitaria.
Los trabajos en estos campos estratégicos han permitido al País Vasco poner el foco en la integración entre Atención Primaria, Atención Especializada, Salud Mental, Farmacias y Servicios Sociales como vía para el fomento de la adherencia al tratamiento. La receta electrónica y el considerar a las farmacias como agentes de salud comunitarios
En cuanto a planes de acción concretos, se reparten en tres niveles: para los profesionales de Osakidetza, para los pacientes y para las oficinas de farmacia. De cara a los primeros se sistematizado la prescripción compartida y el historial farmacoterapéutico único del paciente, lo que significa que cualquier médico o enfermera, desde cualquier punto del sistema, incluidos centros sociosanitarios, pueden acceder a los mismos datos, entre ellos el historial farmacoterapéutico, y ver entre otras cosas el grado de adherencia a un fármaco en concreto.
De cara a los pacientes, se ha reforzado la labor de información sobre la hoja terapéutica, apoyándose en herramientas tecnológicas y aplicaciones móviles. Para las farmacias, el elemento capitular ha sido el considerarlas como agentes de salud comunitarios. “Es cierto que en otras comunidades autónomas ya hace tiempo que se utiliza esa denominación, pero otra cosa es como se articula para que efectivamente hagan una labor coordinada con los servicios sanitarios. Como ejemplo, nosotros acabamos de aprobar un plan piloto respecto al seguimiento de pacientes con diabetes tipo 2 polimedicados con colaboración estrecha entre farmacias, médicos de Atención Primaria y enfermeras”, concluyó Quintas.