Carmen Valdés, médico de familia del Centro de Salud de Fuencarral y vocal del Comité Científico del OAT.
Carlos Rodríguez
Cuando recibió la propuesta para formar parte del Comité Científico del OAT como médico de Atención Primaria, pensó que era la forma de cubrir un hueco que, desde su punto de vista, nunca había estado del todo contemplado en las consultas médicas: el seguimiento de la enfermedad, más allá del diagnóstico, valorando todos los factores que pueden influir en una correcta adherencia. Desde el OAT, Carmen Valdés, médico de Atención Primaria del Centro de Salud de Fuencarral (Dirección Asistencial Norte Madrid) y ex presidenta de SEMERGEN Madrid, sigue trasladando un mensaje con el que siempre se ha sentido sensibilizada: que la labor fundamental del centro de salud no es sólo atender la enfermedad, sino también evitar su aparición.
Pregunta. ¿Cómo valora el trabajo que se lleva a cabo desde el Comité Científico del OAT?
Respuesta. Es fantástico. El que sea un comité multidisciplinar, en el que cada uno aporta una visión, como agentes sanitarios que influyen y controlan la adherencia, es importantísimo, porque se habla mucho de la multidisciplinariedad, pero en muchas ocasiones todo se queda en agua de borrajas. Este Comité Científico, en cambio, sí interacciona. Aquí no hay —por decirlo de alguna manera— compartimentos estancos, sino que cada uno pone su aportación encima de la mesa, y entre todos se sacan conclusiones realmente beneficiosas para demostrar el problema de la adherencia y la importancia de mejorar el cumplimiento desde diferentes puntos de vista.
P. Dentro de ese equipo multidisciplinar, ¿cuál es el papel del médico de Atención Primaria en materia de adherencia?
R. Es a través de la Atención Primaria donde se produce el primer contacto del paciente con la red sanitaria. El médico de Atención Primaria es, por tanto, la puerta de entrada al sistema sanitario y tiene un papel relevante, especialmente en relación con las actividades de promoción de la salud y prevención de la enfermedad. Esa acción preventiva se basa en una prevención primaria, es decir, en evitar la aparición de la enfermedad, algo que valora mucho el Comité Científico: adherencia, no sólo al tratamiento farmacológico, sino también al no farmacológico. Es en los estilos de vida y los hábitos saludables donde el médico de Atención Primaria juega un rol muy importante en evitar la aparición de la enfermedad y en el seguimiento de los modelos saludables. Cuando la enfermedad ya existe, hablamos de prevención secundaria. Desde el momento en que hay un tratamiento farmacológico, el médico de Atención Primaria debe hacer un seguimiento para asegurarse de que el paciente lo está tomando de manera correcta, pero sin olvidar el refuerzo de mantener los hábitos saludables.
P. En general, ¿qué impide que cualquier médico de AP pueda llevar a cabo una correcta labor en adherencia?
R. Al médico de Atención Primaria no solo le falta tiempo porque le ponen un paciente cada seis minutos, sino porque tiene que realizar tareas que son administrativas. Fundamentalmente, habría que evitarle estas tareas, que son un hándicap que le impiden dedicar más tiempo a su labor asistencial. El médico de Atención Primaria no está para hacer justificantes. Habría que evitar al máximo la burocracia. Es verdad que se han hecho muchas cosas, pero la Administración debería plantear un sistema que no provocase una consulta administrativa para, por ejemplo, recetar una medicación que ha sido prescrita por una asistencia a Urgencias. Eso no es labor asistencial. Otra cosa es que a los seis días se le haga a ese paciente un seguimiento del proceso.
“Habría que evitarle las tares administrativas al médico; son un hándicap que le impiden dedicar más tiempo a su labor asistencial”
P. En ocasiones ha hablado usted de los peligros que puede suponer el acudir al ‘doctor Google’. ¿Cómo contrarrestar una información de mala calidad, si hay tan poco tiempo en la consulta?
R. Yo siempre he defendido que hay que sacar determinadas cosas de la consulta. El enfermo viene, porque está enfermo, pero ¿y los que no están enfermos? Si se trata de evitar la aparición de la enfermedad, la concienciación para que el paciente sea responsable de su salud es una labor de formación para la población no enferma que debe hacerse en los centros de salud y dirigida a reforzar los hábitos saludables mediante talleres formativos e informativos. Es la Educación para la Salud, y son talleres que ya están contemplados. La Administración y especialmente las Gerencias Asistenciales deberían reforzar la Educación para la Salud; no tanto la educación para la enfermedad —que también, si bien eso se hace en la consulta—. Yo participo activamente con varias enfermeras en esta labor, porque estoy muy concienciada de que la labor fundamental del centro de salud es educar para evitar la aparición de la enfermedad.
P. ¿Ha avanzado el paciente en esa corresponsabilización durante los últimos años?
R. Desde mi percepción, el paciente es más o menos responsable en función del sanitario que le atiende. Es decir, es más responsable según quién le transmita la importancia de esa responsabilidad. Por lo tanto, en términos generales, no. En términos particulares, sí. Según la implicación de cada uno.
P. Ante el mayor y creciente número de pacientes crónicos con multimorbilidad y polimedicación que llegan y llegarán a las consultas, los profesionales destacan la necesidad de garantizar la idoneidad de la prescripción antes de abordar la adherencia. ¿Son la adecuación, la conciliación y, sobre todo, la deprescripción, prácticas habituales en las consultas?
R. En la zona norte de Madrid, los farmacéuticos comunitarios están muy implicados llevando un programa de revisión de medicación en algunos pacientes, plurimedicados y pluripatológicos. En mi opinión, hay fármacos que son superfluos. Por ello, revisar los tratamientos y llevar a cabo la adecuación terapéutica es importantísimo. Lo malo de la Medicina es que está compartimentada. Un paciente va al especialista y le prescriben un determinado fármaco limitándose solo a esa patología. Todos somos médicos, y evidentemente cada uno domina la patología en la que se ha formado, pero para mí eso es un error. En el lado positivo, la receta electrónica ha permitido al médico de Atención Primaria —que a fin de cuentas es quien recibe la medicación de todos y detecta si alguna es superflua o genera alguna interacción— revisar la medicación, incluso por indicación del paciente.
“Habría que potenciar la Atención Primaria, y no solo hablo de Medicina: también hablo de Enfermería y hablo de la farmacia”
P. Afortunadamente, cada vez vivimos más. Desafortunadamente, ello conlleva un aumento de la carga de las enfermedades crónicas. Llevamos años hablando de la necesidad de transformar el modelo de agudos, y todas las miradas se han dirigido a una potenciación de la Atención Primaria. En su opinión, ¿están creciendo las necesidades de los enfermos crónicos a un ritmo más rápido de lo que el sistema se está transformando?
R. Por supuesto, y sin embargo no se invierte en recursos humanos en Ateión Primaria. Yo entiendo que cada cual tiene que defender su parcela, pero si las administraciones se parasen a pensar y vieran la carga de crónicos que existe, se darían cuenta de que el sistema no puede dar más de sí. Hay que replantearse el modelo de agudos. De hecho, en Madrid algunos hospitales están siendo, por así decirlo, ‘transformados’ —aunque sea de forma parcial— en hospitales de crónicos. Evidentemente, cuando se reagudizan, los pacientes crónicos tienen que ir al hospital, pero fuera de esa situación el hospital no puede estar atendiendo los pacientes crónicos: tienen que estar fuera. Habría que potenciar la Atención Primaria, y no solo hablo de Medicina, también hablo de Enfermería y hablo de la farmacia. Deberíamos conformar un trípode importantísimo, unido a servicios sociales. No olvidemos que algunas de las patologías que vienen son más problemas sociales que médicos, incluso que crónicos, a las cuales el sistema sanitario no sabe darles salida.
P. Pocos, en la teoría, dudan del papel del médico de AP como eje fundamental en el equipo multidisciplinar en la atención a los crónicos. Pero, ¿qué ocurre en la práctica? ¿A qué problemas se enfrenta el médico de AP en la atención a la cronicidad?
R. A unos cupos sobredimensionados e irreales. El paciente que más acude a la consulta es el paciente crónico. Está claro que habría que inyectar una gran dosis, no de recursos económicos, sino de recursos humanos, que son los más importantes del sistema. Si los recursos humanos hacen que tengas una bolsa de crónicos más pequeña, podrás dedicar a cada paciente más tiempo y una correcta atención, junto con los trabajadores sociales y con enfermería. Pero si estás solo, atendiendo a un número ingente de pacientes crónicos, llega un momento en el que, al acabar la consulta, puedes no llegar a interaccionar ni con Enfermería ni con trabajo social para generar soluciones a estos pacientes. Considero que no hay suplentes, ni médicos, ni enfermeras; tenemos trabajadores sociales que se tienen que repartir en varios sitios… Los centros de día ayudan, pero necesitaríamos muchísimos más recursos a ese nivel para gestionar bien las enfermedades crónicas.