El papel del Farmacéutico de Atención Primaria en la adherencia a los tratamientos

La opinión de Mercedes Pereira, presidenta de la Asociación de Farmacéuticos de Atención Primaria de Galicia (FAPsGAL)


Desde que Haynes en 1976 define el Incumplimiento Terapéutico, utilizando la prescripción médica, paciente y tratamiento farmacológico como únicos factores en el juego, hasta hoy, en que la OMS alerta del problema de salud pública que supone la no adherencia, ampliando a sanitarios en colaboración con los pacientes (empoderamiento) sobre recomendaciones de estilo de vida y farmacológico, hay un océano ideológico entre ambas, sin embargo necesito un paso más en la definición de adherencia para aclarar el papel del Farmacéutico de Atención Primaria (FAP) en la adherencia.

Esta idea, que no parecía ver luz fuera del ámbito de algunos FAP, me sorprendió leyendo un artículo sobre el tema de Fco. Buitrago, médico extremeño, del que copio literalmente: “Asumiendo, obviamente, que la prescripción o recomendación dada tiene fundamento científico, pues de lo contrario la no adherencia podría ser beneficiosa al paciente, que escaparía de la iatrogenia inherente a las intervenciones sanitarias

Y en sentido contrario a otros sanitarios, el FAP trabaja desde el tratamiento recomendado hacia el diagnóstico o indicación – primero sobre lo registrado en la historia clínica –  (prescripciones crónicas de procesos agudos…) pasando por la efectividad (valores analíticos elevados/bajos según recomienda la mejor evidencia disponible…) aparición de efectos adversos (tratamientos sustituibles que han generado nuevos tratamientos o cascadas de prescripción… ) y una vez completo el escalón previo y necesario a la evaluación de la adherencia, el escalón de la ‘adecuación’ a las recomendaciones actuales, que la inercia de prescripción también debe evaluarse, es cuando, previa priorización, llamamos al paciente o responsable del tratamiento y realizamos con él el “patient journey“.

“El escalón de la ‘adecuación’ a las recomendaciones actuales, que la inercia de prescripción también debe evaluarse, es cuando, previa priorización, llamamos al paciente o responsable del tratamiento y realizamos con él el ‘patient journey'”

En presencia del paciente, podemos utilizar distintos tipos de test  y/o cuestionarios, más o menos validados, pero de utilidad real limitada a la pericia del entrevistador y, por el uso necesario de dos herramientas básicas, la escucha (también visual) y el tiempo. Identificar con el paciente quién, cuándo y en qué circunstancias se le recomendó un tratamiento, una dieta, un cambio en el estilo de vida es, en mi experiencia, la mejor evaluación y motivación a la adherencia.

“Identificar con el paciente quién, cuándo y en qué circunstancias se le recomendó un tratamiento, una dieta, un cambio en el estilo de vida es, en mi experiencia, la mejor evaluación y motivación a la adherencia”

Ahora tocaría la intervención con otros sanitarios de dentro y fuera del servicio de salud, salvar el escollo de la falta de comunicación, registrar los hallazgos y recomendaciones: suspensión, modificación de dosis, revisión de la técnica de administración, educación sanitaria en dieta y ejercicio… y ofrecer un verdadero apoyo, coordinado y continuo.

Resumiendo, el FAP realiza su labor principal en el escalón previo al de la adherencia, pero para su reconocimiento, precisa un paso más en su definición.