La adherencia a los hábitos saludables es beneficiosa incluso antes de nacer

Según un estudio, las embarazadas adherentes a la dieta mediterránea tienen menos riesgo de tener hijos obesos

Laura Chivato

Cuando se habla de hábitos saludables no solo se hace referencia al ejercicio físico, sino también a una alimentación sana y equilibrada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles (crónicas), entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”. En España es difícil no hablar de una alimentación saludable sin mencionar la dieta mediterránea, basada en cereales, frutas, verduras, hortalizas y legumbres, incluyendo los pescados y el aceite de oliva, como fuente principal de grasas, y con bajo consumo de carnes y grasas saturadas, tal y como explican desde la Dirección General de Salud Pública y Alimentación de la Comunidad de Madrid.

En este sentido, son diversas las investigaciones que detallan las ventajas en salud de seguir este tipo de dieta, y ahora se ha demostrado que es beneficiosa incluso antes de nacer. Esto es así ya que, según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación Bancaria “la Caixa”, las mujeres embarazadas que son adherentes a una dieta mediterránea presentan un 32 por ciento menos de riesgo de que sus hijos e hijas tengan una trayectoria de crecimiento acelerado, caracterizado por un peso elevado al nacer y un incremento rápido del mismo en la infancia, en comparación con los hijos de aquellas que no siguen este tipo de dieta.

Las mujeres embarazadas que son adherentes a una dieta mediterránea presentan un 32 por ciento menos de riesgo de que sus hijos e hijas tengan una trayectoria de crecimiento acelerado

La doctora Elvira Larqué, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia y secretaría de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ), explica que el nivel de educación nutricional es un factor clave en este sentido. “Algunas mujeres consideran el embarazo como un período de relajación nutricional y deben de ser conscientes de la importancia de una nutrición adecuada durante el mismo, ya que puede tener consecuencias a largo plazo para la salud del niño”, explica.

Sin embargo, los mecanismos que explican esta relación se desconocen, tal y como afirma Silvia Fernández, investigadora de ISGlobal y primera autora de la publicación. “Podría ser debido a cambios epigenéticos, metabólicos, o al hecho de que madre e hijos comparten un estilo de vida más saludable, pero son necesarios más estudios para entender los mecanismos biológicos”, subraya. Lo que sí se conoce es el perfil de la madre no cumplidora: más joven, más fumadora y pertenece a grupos socioeconómicos y educativos más desfavorecidos.

En total participaron más de 2.700 embarazadas (incluidas en el Proyecto INMA-Infancia y Medio Ambiente) procedentes de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell y Valencia entre los años 2003 y 2008, aunque después se realizó un seguimiento a los niños hasta los 4 años.

La importancia del segundo y del tercer trimestre

El estudio se llevó a cabo mediante la elaboración de un cuestionario sobre consumo alimentario que las participantes rellenaron en el primer y tercer trimestre de embarazo; y además, se realizó un seguimiento a sus hijos desde el nacimiento hasta los cuatro años en cuanto a dieta, peso y altura. Llegados a esta edad, se les hicieron diferentes pruebas, entre ellas un análisis de sangre y la toma de la presión arterial.

La recopilación de toda esta información asoció el mayor tamaño de los hijos y el crecimiento acelerado con la adherencia materna a la dieta mediterránea durante los últimos meses de embarazo, pero no con el patrón dietético materno durante el primer trimestre. “Es biológicamente plausible que el suministro de nutrición fetal pueda variar desde el inicio hasta el final del embarazo. El segundo y tercer trimestre podrían ser períodos más críticos para la susceptibilidad de los hijos a la obesidad, ya que esto es cuando la adipogénesis y la acumulación de grasa ocurren en su mayoría”, destacan los investigadores en el estudio, publicado en ‘The Journal of Pediatrics’.

“El segundo y tercer trimestre podrían ser períodos más críticos para la susceptibilidad de los hijos a la obesidad”

Y es que, especialmente en la segunda mitad del embarazo, “se debería aumentar la ingesta de frutas y verduras, para alcanzar los requerimientos de vitaminas y minerales, y tomar 3 raciones de lácteos al día, ya que la leche tiene proteínas de alto valor biológico y un alto contenido en calcio, además de contar con otros componentes importantes para el desarrollo, como la vitamina D”, tal y como detalla la doctora Ascensión Marcos, profesora de Investigación del CSIC en Madrid y tesorera de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ).

Por su parte, Fernández hace hincapié en que, aunque cada trimestre tiene “más influencia” sobre diferentes aspectos del desarrollo del feto, siempre es beneficioso para la madre y para el bebé seguir un patrón de dieta mediterránea desde el principio hasta el final del embarazo.

Además, los investigadores también pudieron observar que los niños de madres con mayor adherencia a la dieta mediterránea tienen un perímetro de la cintura menor, esto es, como resalta la autora principal, una medida de grasa visceral.

No obstante, no se trata de recomendar una ‘dieta sana’ y de aportar una cantidad suficiente de energía para garantizar un crecimiento adecuado, sino de “optimizar el aporte de nutrientes al niño en desarrollo, lo que supondrá una verdadera ‘programación nutricional temprana“, según la doctora Larqué.

“No se trata de recomendar una ‘dieta sana’ y de aportar una cantidad suficiente de energía para garantizar un crecimiento adecuado, sino de optimizar el aporte de nutrientes al niño en desarrollo”

Sensibilizar sobre la buena alimentación

Teniendo en cuenta estos resultados, parece indispensable llevar a cabo estrategias o iniciativas para fomentar el seguimiento de la dieta mediterránea especialmente durante el embarazo. Fernández cita algunas de estas: campañas dirigidas a embarazas en los medios de comunicación, en los centros de salud, etc.; además de facilitar el acceso de todas las familias a productos frescos y de calidad, como son las verduras y frutas, pero también los frutos secos y el aceite de oliva; y desaconsejar el consumo e incrementar los impuestos de productos considerados menos sanos, como los alimentos ultraprocesados”.

Con ella coincide la doctora Marcos, quien pone de ejemplo la campaña que se llevó a cabo en el año 2015 con motivo del Día Nacional de la Nutrición en España y que se dedicó a la importancia de seguir una alimentación saludable para la mujer embarazada y en periodo de lactancia. “El lema de la campaña era ‘Comer bien es el mejor te quiero’ y con ella la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), contando con  la colaboración de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) y, como siempre, con el apoyo de la industria farmacéutica y alimentaria, desarrollaron a nivel nacional una serie de actividades en hospitales, escuelas, universidades y centros comerciales (conferencias, puntos de información, entrega de materiales informativos a la población, etc.) con la finalidad de difundir la importancia que tienen estos hábitos alimentarios en la salud de la gestante y su futuro hijo”, comenta esta especialista.

Además, la doctora Larqué considera que también “es importante abandonar el concepto de que la embarazada debe de comer por dos, ya que lo que debe de hacer es pensar por dos”.

Proyecto INMA

El Proyecto INMA -del que procedían las participantes- es un proyecto en el que colaboran varios centros españoles y se conforma de siete cohortes de nacimiento. Se trata de una red de investigación puesta en marcha con el objetivo de estudiar el papel de los contaminantes ambientales más importantes en el aire, en el agua y en la dieta durante el embarazo e inicio de la vida y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil.

Tal y como indican en su web, entre sus objetivos generales se encuentra:

  • Describir el grado de exposiciones prenatales individuales a contaminantes ambientales y las dosis internas de estos contaminantes durante la gestación, el nacimiento y durante la infancia en el Estado español.
  • Evaluar el impacto de la exposición pre y postnatal a diferentes contaminantes ambientales en el crecimiento, la salud y el desarrollo de los niños, desde las etapas tempranas fetales y a lo largo de su vida.
  • Evaluar como los factores genéticos y nutricionales pueden modificar los efectos de los contaminantes ambientales en el crecimiento infantil.

Este proyecto está muy ligado a uno de los retos futuros a abordar según Fernández, ya que “hay muchos aspectos alimentarios y ambientales, en general, por explorar”.

“La prevención de la obesidad y de otras enfermedades -añade la investigadora- creemos que empieza por la edad temprana, el embarazo y los primeros años de vida, y si se conocen qué elementos aumentan el riesgo de obesidad infantil, se podrán diseñar estrategias preventivas más eficaces”.