Osteoporosis: el beneficio del tratamiento a largo plazo

La sarcopenia es uno de los factores más deletéreos de la enfermedad, a pesar de no ser el más conocido

Laura Chivato

Muchas veces, cuando se toma un medicamento, el paciente busca una mejora inmediata de sus síntomas, y esto es posible si la enfermedad así lo permite. Sin embargo, cuando la patología no se manifiesta, es más difícil que el tratamiento tenga un efecto inmediato, y esto es lo que ocurre con la osteoporosis. Los pacientes tienden a relacionar los dolores -que pueden ser multifactoriales- con esta enfermedad, lo que hace que, cuando toman la medicación, crean que les tiene que mejorar todo y que el tratamiento, por lo tanto, está fallando cuando no es así, “y esto también puede ser causa de mala adherencia”, según la doctora Puerto Moreno Gil, reumatóloga del Hospital de Cáceres.

En esta línea, según el doctor Fernando Mugarza, director técnico y coordinador del Comité Científico del Grupo OAT, la adherencia en relación con la osteoporosis es muy baja, no llega al 50 por ciento. “Pero claro, si la enfermedad no se manifiesta, si el paciente está tomando el tratamiento y no nota un beneficio casi milagroso, el abandono está servido”, explicó.

Este aspecto fue uno de los abordados durante la celebración de unas Jornadas de Adherencia y Cronicidad, organizadas por el Observatorio de la Adherencia al Tratamiento (OAT) en el Hospital de Mérida, en colaboración con la Consejería de Sanidad de Extremadura y el Servicio Extremeño de Salud (SES) y el patrocinio de GSK y Amgen.

“Cuando toman la medicación, los pacientes creen que les tiene que mejorar todo y que el tratamiento, por lo tanto, está fallando cuando no es así”

La osteoporosis es una enfermedad crónica que se caracteriza principalmente por una pérdida de masa ósea y por un deterioro de la microarquitectura del hueso. Una de las dificultades que tiene es que es una enfermedad silente, es decir, no es reconocible, puesto que es indolora hasta el momento en el que se produce la fractura. En este sentido, cuando el paciente llega a la consulta y el profesional le hace las pruebas de monitorización, a pesar de que esté mejor gracias al tratamiento pertinente, insiste en que no nota nada, según el doctor Raúl Veroz, reumatólogo del Hospital de Mérida. Tanto que el 57,1 por ciento de los afectados entre los 31 y los 40 años abandonan el tratamiento por la sensación de que no mejora e incluso empeora, según el ‘Análisis Nacional de la Adherencia al Tratamiento en Patologías Crónicas’ del OAT.

El especialista destacó que la población en general, e incluso algunos profesionales que no están relacionados con la osteoporosis, no llegan a entender que lo que se pretende con el seguimiento, no es tanto el beneficio inmediato, sino que el paciente no se rompa, que desaparezcan los factores de riesgo y la densitometría. “Eso es un éxito de tratamiento”, destacó. Incluso en los pacientes polimedicados, lo primero que se tiende es a eliminar determinados medicamentos, porque se interpreta que no son lo “suficientemente” necesarios para la patología.

Desconocimiento general

Otra de las dificultades añadidas es que a veces no se sabe muy bien si es osteoporosis o no lo es, porque las fracturas pueden estar relacionadas con otros motivos. Este hecho hace que, tanto los datos en adherencia como los relacionados con la medicación, sean bastante llamativos: “tan solo” el 84 por ciento de los diagnosticados tienen tratamiento, según el doctor Mugarza.

Por ello, el doctor Veroz considera que lo primero que hay que hacer es definir si el paciente tiene o no osteoporosis, y después ver si tiene tratamiento y de qué tipo. Esto es importante porque, para esta enfermedad, existen muchos tipos de tratamiento -con diferentes vías de administración-, y cada uno de ellos tiene una adherencia “muy diferente” en función del perfil del paciente.

Además, el hecho de que no todos los casos se lleguen a diagnosticar también está relacionado con que exista desconocimiento alrededor de los factores de riesgo. “Incluso no es raro ver en los antecedentes de los pacientes que nos derivan por otros motivos fracturas por fragilidad que ni siquiera se han considerado como secundarias a osteoporosis”, según la doctora Moreno.

Dra. Puerto Moreno Gil, dr. Raúl Veroz y dra. Carmen Valdés durante las Jornadas

En relación a los factores de riesgo, el bajo índice de masa corporal (IMC) es uno de los más conocidos. Sin embargo, para el doctor Veroz, el factor que “realmente” es más deletéreo para el hueso es la sarcopenia: el bajo índice de masa magra, especialmente asociado a los pacientes ancianos. “Es importante recomendar a los pacientes que reduzcan su IMC, pero sobre todo aumentar el índice de masa magra, pues el bajo peso también condiciona un aumento de riesgo de fractura”, subrayó.

La importancia de la comunicación

Ante estos datos, todos los expertos coincidieron en que la comunicación, por lo tanto, debe ser fundamental en todos los ámbitos. Y en especial en Atención Primaria (AP), pues es desde donde se hace todo el manejo de la enfermedad, desde detección, factores de riesgo y tratamiento de osteoporosis no complicada -las complicadas se remiten a reumatología-, tal y como señaló la doctora Carmen Valdés, vocal del Comité Científico del Grupo OAT.

“Desde AP, aunque tengamos poco tiempo para los pacientes, hay que ver cómo hacemos para concienciar de que realmente la osteoporosis es una enfermedad con estas características. Además de la necesidad de hacer una prevención primaria, porque cuando ya el paciente se fractura, la patología está establecida y la tenemos encima. Por lo que, por lo menos, tenemos que hacer mayores prevenciones, pues es importantísimo”, añadía la doctora Valdés.

Y no solo en Atención Primaria, ya que, desde hace algún tiempo, la osteoporosis se ha asociado a la menopausia, un diagnóstico “erróneo” según el doctor Veroz. “Esto ha sido así porque, a pesar de todas las características propias de la menopausia, la mujer presentaba dolores y se interpretaba que estos dolores eran por osteoporosis, cuando realmente muchos casos pueden formar parte de la sintomatología articular asociada a la posmenopausia”, explicó.