Jesús Díez Manglano, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)
Laura Chivato Isabel
El Sistema Nacional de Salud (SNS) ha tenido que reinventarse para dar respuesta a las necesidades de atención que trajo consigo el coronavirus COVID-19 hace un año. Gracias al compromiso de los profesionales sanitarios se ha podido dar respuesta a muchas situaciones complejas que, a su vez, eran completamente nuevas para todos. Entre estos profesionales se encuentran los médicos internistas, quienes han estado al pie del cañón desde el primer día aportando la visión holística que caracteriza su trabajo, tal y como cuenta el doctor Jesús Díez Manglano, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) desde el pasado mes de diciembre.
Pregunta. Ha sido nombrado presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) recientemente y en un contexto de COVID en el que el SNS ha tenido que reinventarse. ¿Cómo se ha desarrollado el trabajo de la SEMI desde entonces hasta el día de hoy?
Respuesta. Todo el trabajo que estamos desarrollando se está llevando a cabo de forma virtual porque la posibilidad de reuniones presenciales ahora mismo con el coronavirus no es posible. Estos días, por ejemplo, ha tenido lugar la Reunión Anual del Grupo de Trabajo de Diabetes y se ha desarrollado virtualmente.
P. ¿Qué objetivos tiene la organización para este 2021?
R. Nuestros objetivos fundamentales son mantener la formación continuada de nuestros socios, por eso seguimos adelante con todas las reuniones que estaban previstas, pero de manera virtual y en formato webinar; además, continuamos nuestras actividades de investigación.
Por otra parte, también es cierto que, a lo largo del año pasado, esta pandemia nos ha puesto frente a una situación tensa y esto, a veces, ha provocado cuestiones éticas importantes que también nosotros queremos abordar desde la SEMI.
“Esta pandemia nos ha puesto frente a una situación tensa y esto, a veces, ha provocado cuestiones éticas importantes”
P. Cuando dice “cuestiones éticas importantes”, ¿a qué se refiere?
R. Por ejemplo, al estar ante una enfermedad desconocida, se han aplicado tratamientos de los que no se tenía la suficiente evidencia, pero que pensamos que podían ser eficaces, y esto tiene implicaciones éticas; al igual que la posibilidad de que determinados pacientes pudieran ser subsidiarios o no a ingresar en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS); o el retraso en la atención a algunos pacientes que tenían consultas programadas y que no se han podido llevar a cabo.
Otra cuestión que también ha sido importante es que durante toda la primera ola se determinó que los pacientes no recibieran visitas, y creo que fue una decisión inicialmente acertada. Sin embargo, para personas muy mayores supuso no estar acompañados durante la hospitalización con la angustia que conlleva.
P. Relacionado con la especialidad a la que representa, ¿qué papel han jugado los internistas durante la pandemia?
R. El papel de la Medicina Interna ha sido y es fundamental. Hay que tener en cuenta que los médicos de Atención Primaria son los primeros que atienden a estos pacientes, después si acuden a Urgencias, son atendidos por médicos de Urgencias, y una vez que ingresan, los que están atendiendo al 80 por ciento de estos son los internistas. Hay un pequeño porcentaje que atienden médicos de otras especialidades, por ejemplo, Neumología, pero cuando el paciente pasa a estar en una situación crítica, es cuando va a cuidados intensivos.
Esto ha hecho que durante mucho tiempo haya internistas que han estado -y que todavía siguen- dedicados en exclusiva a atender a pacientes de COVID-19 y demuestra, lo primero, la disposición y la versatilidad de la Medicina Interna para atender esta enfermedad, que no solo es de afección respiratoria, sino que se ha visto que afecta a otras partes del cuerpo, y en este sentido, la visión holística del internista es claramente la más adecuada para atender a este tipo de pacientes. Por otra parte, los internistas siguen dispuestos a prestar esta atención, como ya ocurrió en los años 80-90 por la infección de VIH o, por ejemplo, como ocurrió hace unos años cuando estuvo la amenaza, que afortunadamente solo quedó en eso, de la infección por virus Ébola.
“Durante mucho tiempo haya internistas que han estado -y que todavía siguen- dedicados en exclusiva a atender a pacientes de COVID-19”
P. Diferentes expertos han subrayado en alguna ocasión que parece que ha tenido que llegar el COVID-19 para demostrar que es posible el trabajo bajo un equipo multidisciplinar y coordinado entre los diferentes profesionales sanitarios. ¿Qué opina de esto?
R. Indudablemente, la gran primera ola de la pandemia obligó, sobre todo en algunas áreas como Madrid, pero también en otros muchos sitios, a que todos los médicos tuvieran que participar en la atención a estos pacientes. Esto provocó que se crearan equipos multidisciplinares constituidos por médicos de diferentes especialidades, coordinados por internistas y que funcionaron bien.
Nosotros tenemos el proyecto ‘Hospital del futuro’, porque creemos que los hospitales del futuro deberían organizarse de otra manera, más orientados hacia el paciente, hacia los procesos con participación multidisciplinar de los profesionales en lugar de los servicios hospitalarios estancos que tenemos ahora.
“Creemos que los hospitales del futuro deberían organizarse de otra manera, más orientados hacia el paciente”
La pandemia nos ha demostrado que esto es eficaz, pero sospechamos que es una reflexión y un planteamiento que deberían hacerse nuestras autoridades sanitarias sobre qué tipos de hospitales queremos en el futuro para que sean funcionales y para que permitan atender las necesidades futuras de nuestra población.
P. ¿Cree que este trabajo multidisciplinar era una realidad previa al coronavirus?
R. Siempre hay experiencias puntuales, y las había, algunas de ellas con mucho éxito, pero fuera de estas experiencias, no era algo que estuviese extendido.
P. ¿Y por qué cree que esto era así?
R. En su momento, cuando se crearon los hospitales, se partió de un conocimiento adecuado, pero ahora mismo vivimos en un contexto diferente. España es el país europeo con la mayor supervivencia y a nivel mundial solo nos supera Japón. Es decir, las personas viven muchos años y al final acaban desarrollando, no una, sino varias enfermedades crónicas. Afortunadamente, vivimos más, pero ya no nos morimos de un infarto de miocardio, sino que tenemos insuficiencia cardiaca, diabetes, etc. Esto significa que nos encontramos con enfermos con multimorbilidad y, para esto, las personas que atienden tienen que tener una visión global, como los internistas. Yo no digo que todos los especialistas sean internistas, nunca debería ser así, pero si convendría tener una visión global.
Si, por ejemplo, un paciente ingresa por una neumonía y además tiene diabetes e insuficiencia cardiaca, sería bueno que hubiera grupos multidisciplinares constituidos por otros profesionales, incluido el internista, para que diesen apoyo ante esta situación o realizaran determinadas técnicas.
“Sería bueno que hubiera grupos multidisciplinares constituidos por otros profesionales”
P. Precisamente dicho trabajo multidisciplinar es una de las estrategias que siempre se menciona para mejorar la adherencia a los tratamientos, la cual presenta datos preocupantes, aunque más que conocidos. Desde su experiencia clínica, ¿cree que esta situación ha puesto en alerta a los pacientes para controlar más y mejor su enfermedad?
R. Nos hemos encontrado con las dos tendencias: con el confinamiento, por un lado, algunos pacientes han consumido más bebidas alcohólicas, alimentos no saludables o no han realizado ejercicio; pero por otro, hemos visto lo contrario, donde enfermos que no han podido acudir a sus centros sanitarios han extremado las precauciones y su autocuidado, llevando así un mejor control.
P. La continuidad asistencial es otro de los puntos fundamentales para incrementar la adherencia a los tratamientos, además, garantizar esta es uno de los objetivos que busca la Plataforma Cronicidad Horizonte 2025 de la que, si no me equivoco, forman parte desde SEMI. ¿Cuáles diría que son los retos a los que se enfrenta la cronicidad durante el 2021?
R. Durante este 2021 el reto principal es retomar toda la actividad que ha quedado parada durante el año 2020. No obstante, con una perspectiva más larga, de más futuro, es necesaria esa visión holística amplia de los problemas que tiene el paciente y, además, una buena coordinación entre niveles asistenciales.
“Durante este 2021 el reto principal es retomar toda la actividad
que ha quedado parada durante el año 2020″
Para ello, hace falta que mejoren las estrategias de comunicación entre dichos niveles. Tenemos que buscar medios que permitan una mejor comunicación con los pacientes, pero también entre los hospitales y los centros de salud, porque todo esto supondrá una mejor transmisión de la información. En esta línea, una de las acciones fundamentales que habría que hacer es dedicar suficiente tiempo para que los profesionales puedan elaborar planes de cuidados consensuados con los pacientes y sus familiares y siempre accesibles en la historia clínica electrónica, para que así, esté donde esté el paciente, se pueda consultar este plan.
Ahora mismo tenemos una buena transmisión de información entre AP y Hospital en cuanto a que existe la historia electrónica, pero todavía tenemos un reto pendiente muy importante, y es que estas historias de todos los sistemas de salud autonómicos puedan ser vistas en cualquier parte del país, y es algo que se debería modificar y mejorar.
P. Estos aspectos que ha mencionado, ¿son parte de la hoja de ruta de la Plataforma CH2025 para este año?
R. En la Plataforma todos estos aspectos los tenemos muy claros y muy asumidos, son parte de nuestras reivindicaciones. Además, están incluidos en las recomendaciones que se trasladaron al Parlamento a finales de 2020 y por las que esperamos tener respuesta para ir avanzando en esta hoja de ruta.
P. Volviendo al coronavirus COVID-19, parece que la llegada de la vacuna se ha convertido en ‘una luz al final del túnel’, aunque todavía quede camino por recorrer. En este sentido, ¿qué consejos le daría a la población desde su experiencia profesional para sobrellevar el tiempo que nos queda conviviendo con el coronavirus COVID-19?
R. Mi consejo sería que hay que vacunarse y tener en cuenta que, aunque uno se haya vacunado, es necesario extremar las precauciones durante un tiempo. Además de que todavía falta población por vacunar, una vez que se administre la primera dosis, hay que esperar a que se administre la segunda, y una vez se administre la segunda, hay que esperar entre dos y tres semanas a tener plena respuesta inmunitaria.
“Es necesario extremar las precauciones durante un tiempo”
Claramente tenemos que mantener nuestras medidas de protección: limitar las interacciones sociales, utilizar la mascarilla, los geles, etc. Tenemos que tomar todas las medidas hasta que haya una parte suficiente de la población que, no solo se haya vacunado, si no que haya pasado el tiempo suficiente desde la segunda dosis para que empiece a tener inmunidad.
La vacuna es al final del túnel, pero no se trata de un túnel corto en el que dentro de poco estemos a plena luz. Todavía vamos a tardar un tiempo en que sus efectos de prevención se noten.