La adherencia al tratamiento oral en cáncer, un hábito que puede salvar vidas

Es clave que el paciente esté muy bien informado sobre todos los aspectos relacionados con su enfermedad

Laura Chivato Isabel

Podría esperarse que en una enfermedad como el cáncer, posicionada como segunda causa de muerte en España, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la adherencia a los tratamientos fuese plena. Pero no ocurre así. Sí que es la esperada cuando se trata de medicación hospitalaria, como la quimioterapia, pero en el momento en el que el paciente se tiene que hacer responsable del tratamiento oral en su domicilio, los datos empeoran, a pesar de que “la intensidad de dosis de un tratamiento se relaciona con mejores datos de respuesta y supervivencia”, como señala la doctora Teresa Alonso, secretaria científica de SEOM.

“Cada vez tenemos disponible un mayor número de tratamientos orales, por lo que es esencial el trabajo conjunto entre Oncología y Farmacia Hospitalaria para incrementar la tasa de adherencia, ya que, efectivamente, continúa siendo una cuestión clave”, apunta la doctora. Con ella coincide Rosario Olivera, jefa de Sección del Servicio de Farmacia en el Hospital Universitario Montecelo (Pontevedra): “Actualmente más del 25 por ciento de los tratamientos oncohematológicos son orales, porcentaje que va a seguir incrementándose con nuevas moléculas que se incorporarán al arsenal terapéutico para el tratamiento de diferentes tumores”.

“Es esencial el trabajo conjunto entre oncología y farmacia hospitalaria para incrementar la tasa de adherencia”

Como ocurre en las enfermedades crónicas, la falta de adherencia es un problema multifactorial, y como tal, no debería atribuirse a una sola problemática, ya que puede verse condicionada, no solo por la actitud del paciente, sino también por los profesionales sanitarios y el propio tratamiento. En esta línea, uno de los principales factores que inciden es, entre otros, la aparición de efectos adversos y, por ello, es clave que el paciente esté muy bien informado sobre todos los aspectos relacionados con su enfermedad, tal y como explica Olivera: “Que el paciente lo entienda y se responsabilice es fundamental para evitar que se salte dosis o abandone el tratamiento ante la aparición de efectos adversos que le pueden estar condicionando su calidad de vida”. Esta experta desarrolló en 2014 junto con otros profesionales un estudio prospectivo observacional precisamente sobre la adherencia a los tratamientos antineoplásicos orales en el que se evidenciaba, a través de entrevistas y el test de Morisky-Green, que el 28 por ciento de los participantes no era adherente a los tratamientos; además, se constataba cómo la adherencia era más alta entre aquellos que no tuvieron efectos adversos.

“El tratamiento farmacológico del cáncer se caracteriza por un estrecho margen terapéutico y un elevado riesgo de reacciones adversas, algunas de las cuales pueden poner en riesgo la vida del paciente. Es especialmente importante proporcionar información de calidad y entrenar al paciente y/o al cuidador con información práctica y adaptada a su capacidad de comprensión para conocer la toxicidad del tratamiento y cómo manejarla”, detalla la especialista en Farmacia Hospitalaria.

“Es especialmente importante proporcionar información de calidad y entrenar al paciente y/o al cuidador con información práctica y adaptada a su capacidad de comprensión”

“Todas las actuaciones que fomenten la información sobre la medicación y el manejo de efectos adversos -añade-, y ofrecer una buena comunicación con el paciente, repercutirán en una mejor adherencia. Siempre tenemos que asegurarnos de que el paciente entienda, conozca y distinga su medicación, y también conseguir un adecuado nivel de implicación en el cumplimiento de su tratamiento, esto sólo se consigue con una educación e información clara y adecuada a las circunstancias del paciente”.

Trabajo coordinado por un mejor tratamiento

Para que todo esto se desarrolle de la manera más eficaz posible es muy importante que todos los profesionales que abordan el cáncer trabajen de manera coordinada. Al ser preguntada por este asunto, la doctora Alonso hace hincapié en el papel que juega la relación entre farmacia hospitalaria y los equipos dedicados al tratamiento oncológico, pues cuanto mayor sea esta, “más rápido se detectarán faltas de adherencia, efectos adversos, toxicidades, etc. y se favorecerá la adherencia al tratamiento”. “Para ello, se realiza un seguimiento más estrecho al inicio del tratamiento con el objetivo de identificar los eventos adversos y toxicidades de forma precoz y poder determinar la dosis adecuada que favorezcan el cumplimiento terapéutico”, subraya la secretaria científica de SEOM.

El punto de vista de Olivera sigue la misma línea que el de la doctora Alonso: “El paciente oncohematológico se considera un paciente complejo que presenta necesidades asistenciales cambiantes a lo largo de su enfermedad y requiere de un abordaje multidisciplinar que permita una monitorización y seguimiento continuo independientemente del nivel asistencial en el que se encuentre, ya que son frecuentes los problemas relacionados con la medicación”.

“(…) requiere de un abordaje multidisciplinar que permita una monitorización y seguimiento continuo independientemente del nivel asistencial”

“Si hablamos concretamente del papel del farmacéutico hospitalario -destaca esta experta-, este es responsable de la implantación de actuaciones dirigidas a garantizar la seguridad en la utilización de los medicamentos, la elaboración segura de los medicamentos intravenosos, así como la validación del tratamiento antineoplásico y de soporte. Esta validación incrementa la seguridad mediante la prevención de errores de medicación, la identificación de discrepancias y de problemas relacionados con la medicación”.

Coronavirus, adherencia y cáncer

Precisamente este trabajo multidisciplinar ha sido y es clave durante la pandemia de coronavirus COVID-19, donde muchos pacientes han visto canceladas sus consultas. En el caso del cáncer, diferentes sociedades científicas, entre las que se encuentra SEOM, y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) desarrollaron un estudio para conocer el impacto de la primera ola de la pandemia. En este se reflejaba un descenso del 9,5 por ciento de los tratamientos de quimioterapia con respecto al año 2019 (en abril y en mayo se produjo el pico más bajo).

Como cuenta la doctora Alonso, durante los “peores momentos de la primera ola”, se tuvo que realizar una personalización de la indicación de cada estrategia terapéutica valorando el beneficio oncológico y el riesgo de contagio por SARS CoV-2 y desarrollo de eventos severos: “Esa situación hizo que se retrasaran algunos inicios de tratamiento o los tiempos entre un ciclo y otro. Evidentemente, estas decisiones se pudieron tomar entonces, aunque en cuanto fue epidemiológicamente posible, se volvió a los regímenes estándar”.

Durante los “peores momentos de la primera ola”, se tuvo que realizar una personalización de la indicación de cada estrategia terapéutica

Para favorecer la continuación de la adherencia al tratamiento, se complementó la cita telefónica y desde la farmacia hospitalaria, se está enviando la medicación a domicilio. En los hospitales, se han creado circuitos y citación telemática para reducir los tiempos de espera en los centros hospitalarios”, comenta la doctora.

Por su parte, Olivera asegura que, a nivel hospitalario, el paciente ha podido mantener “siempre” el contacto con el equipo multidisciplinar responsable de su tratamiento, ya sea de forma presencial o no presencial: “Desde la Farmacia Hospitalaria se han adaptado los programas de atención farmacéutica para evitar el riesgo asociado a visitas innecesarias al hospital, pero manteniendo siempre un programa de atención farmacéutica individualizada y de calidad que garantice la adherencia, eficacia y seguridad de los tratamientos”.