La opinión de Pilar Martínez Gimeno, presidenta de la Asociación Diabetes Madrid.
“Adhesión al tratamiento”, una frase que encierra compromiso, desafíos, conciencia, empoderamiento, autodisciplina, pero también debilidad, emociones encontradas y que, inevitablemente, comienza a partir de uno mismo.
Desde el momento que nos comunican el diagnóstico, es un palo que nos cae de lleno… Esto de tratarse de una “enfermedad crónica” implica que es para siempre, que no se cura como cualquier resfriado o enfermedades pasajeras para las que existe un tratamiento y luego desaparecen. Pues no. Cuando la diabetes llega y se instala en nosotros, se queda.
Y adherirse al tratamiento que nos indican los profesionales de la salud, no siempre resulta fácil. Coexisten diferentes factores que harán o no posible que esto suceda.
- Por un lado, el equipo profesional que nos lleva influye notablemente. Si vemos que ellos se implican, están sensibilizados con el paciente y su diabetes, y además, en el escaso tiempo que tienen en sus consultas, son capaces de transmitir empatía y acompañamiento. Esto facilita la adaptación a la nueva condición de vida. Por ello, el equipo de profesionales sanitarios que atiende a personas con diabetes ha de ser capaz de detectar el problema de la falta de adherencia y sus causas, para así implementar las estrategias adecuadas.
Después del diagnóstico de la diabetes se requiere de un proceso de adaptación y autodisciplina que puede dilatarse en el tiempo
- Atravesar las etapas posteriores al diagnóstico: Se suele pasar por diversas etapas, no establecidas en todos los casos, pero comunes a muchos:
- Negación. “Esto no me puede estar sucediendo a mí”. Es la primera etapa que deberemos pasar antes de comenzar a asimilar lo que nos está ocurriendo.
- Ira, frustración: con esa pregunta repetida que muchos nos hemos hecho “¿Por qué a mí?” ¡Una pregunta que además no tiene respuesta!
- También nos piden que cumplamos con un montón de preceptos nuevos para nosotros que exigen, disciplina y dedicación, debemos controlar lo que comemos, hacernos mediciones de nuestros niveles de glucosa varias veces al día, ser estrictos con los horarios, controlar las hipoglucemias, o las hiper que siempre aparecen… Nos toca asumir un montón de cosas que antes no teníamos que hacer y ahora van y nos dicen que es para toda la vida.
- Esto puede ocasionar episodios de depresión, (que es otra de las etapas), miedos, (a la hora de enfrentarse a situaciones que aún desconocemos), tristeza (por la vida saludable que hemos perdido) y muchas veces ansiedad.
- Hasta llegar a la aceptación que sucede cuando tomamos consciencia de que la diabetes está y se queda, pero no implica que sea el fin de nada. Recién en este momento, es cuando aceptamos que realizar el tratamiento y dedicarnos los cuidados adecuados nos permitirá llevar una vida “normal”.
- El apoyo familiar y del entorno: Aquí encontramos un punto importantísimo a la hora de afrontar una enfermedad. Las personas más cercanas de alguna manera también “deben adherirse al nuevo tratamiento” y forma de vida. Educarse, informarse, acompañar a la persona afectada, pues muchas veces requerirá de sus ayudas. En este caso “adherirse” lo traduciría como “estar a su lado”. Es una labor fundamental y valiosa; requiere de gran paciencia, tolerancia, empatía y capacidad de controlar los nervios en muchos casos. ¡Pero se puede!… De hecho, la familia es uno de los pilares fundamentales para llevar el tratamiento. Y la IDF (Federación Internacional de Diabetes) Este año dedica su temática a ella.
- Está comprobado, que los pacientes con diabetes tipo 2, Son los que menos cumplen con la adherencia al tratamiento. Y tratándose del 90% de los casos de diabetes, la cifra es alarmante.
La invisibilidad de la diabetes, sumada a la cronicidad y a que “no duele”, hace que los pacientes se tomen más “vacaciones” con respecto al tratamiento indicado por sus profesionales. Esto representa un gran reto actual y futuro. Pues una diabetes mal controlada actúa como factor precipitante de crisis mayores de salud y complicaciones, en muchos casos irreversibles.
Vivimos una era de nuevas tecnologías, que son herramientas fundamentales para conseguir que los pacientes se adhieran a sus tratamientos. Los sistemas de monitoreo continuo de glucosa, el sistema flash, las bombas de insulina, los sistemas integrados, y los avances en farmacología facilitan esa adherencia.
“La invisibilidad de la diabetes, sumada a la cronicidad y a que ‘no duele’, hace que los pacientes se tomen más ‘vacaciones’ con respecto al tratamiento indicado.”
Pero seguimos insistiendo en la base de todo: las personas necesitan mayor educación, acercarse a las asociaciones de pacientes, donde pueden compartir experiencias y formación con sus iguales. Debemos continuar interactuando entre centros de Salud, centros hospitalarios y asociaciones de pacientes como canales de apoyo en esa educación que aún falta mejorar. Llevar las asociaciones a los Centros de Salud y hospitales y también traer a los profesionales a las Asociaciones. El trabajo debe hacerse en forma conjunta.
Una persona informada y educada, deja de ser “esclava de su diabetes” y pasa a tomar las riendas de su vida para llevar a la diabetes por el buen camino y accionar correctamente sobre ella y su tratamiento.
La ignorancia nos esclaviza, el conocimiento nos libera… y todo sumado ayuda en la “adhesión al tratamiento”.