El siguiente paso para mejorar esta situación sería realizar campañas dirigidas a la población
Laura Chivato Isabel
“El sistema sanitario está pensado para que todo acto médico acabe con una prescripción de fármacos”. Así de contundente se muestra Enrique Gavilán, responsable de investigación en el Laboratorio del Polimedicado, al ser preguntado por la actitud de la Administración en relación a los pacientes polimedicados. Y es que, como dice este experto, en España existe una “cultura medicalizadora muy extendida e imparable”, y los datos lo demuestran: entre un tercio y la mitad de las personas de más de 65 años están polimedicadas (cinco o más fármacos de uso crónico), a pesar de que, según este especialista, alrededor de un tercio de los medicamentos que tienen prescritos son medicamentos que podrían considerarse como ‘inapropiados’, “por lo que es más común que les provoquen más daño que beneficio”.
Este daño está directamente relacionado con los denominados errores de medicación. “Las duplicidades son muy comunes, por ejemplo. Es bastante frecuente ver a pacientes con varias marcas del mismo medicamento en casa, sobre todo si acuden a diferentes farmacias y cada vez le dispensan una diferente, lo cual les provoca confusión a los pacientes al no tener la misma isoapariencia. El uso de dosis inadecuada, la falta de indicación y la falta de adherencia son bastante frecuentes también en nuestros pacientes”, explica Gavilán.
“Es bastante frecuente ver a pacientes con varias marcas del mismo medicamento en casa, sobre todo si acuden a diferentes farmacias y cada vez le dispensan una diferente”
En este sentido, la polimedicación y el incumplimiento terapéutico también están relacionados, pues si el tratamiento farmacológico provoca efectos adversos, el paciente siente que su salud está en riesgo y deja de tomarlo -tanto que, según el Análisis Nacional de Adherencia Tratamiento del Grupo OAT, el 21 por ciento de los crónicos abandona la medicación por empeoramiento-. Además, de entre todos los fármacos que tiene prescritos, puede que desconozca de qué se trata o sentirse confuso.
“Las consecuencias [de los errores en la medicación] son mayor riesgo de efectos adversos y un aumento de la morbilidad, además de un incremento de las hospitalizaciones y los costes, entre otras cosas. Hay que tener en cuenta que la mitad de los problemas relacionados con la medicación son considerados evitables”, según reconoce el responsable de investigación.
Aquí podría surgir la pregunta de por qué entonces se cometen errores, y hay que considerar que dependen, no solo de los profesionales sanitarios, sino también de los pacientes. Por parte de los primeros, pueden no tener una adecuada cultura de seguridad, no conocer bien las propiedades de los fármacos y sus efectos en personas polimedicadas vulnerables, no revisar periódicamente la medicación de los pacientes o dar por hecho de que los medicamentos son para toda la vida, entre otros. “Por último -detalla Gavilán-, el seguidismo acrítico de las guías de práctica clínica, más orientadas a la enfermedad y la monocronicidad que al paciente y la comorbilidad propia de estas poblaciones, la fragmentación de la asistencia sanitaria y la falta de coordinación y el acudir a diferentes farmacias y médicos, facilita que se comentan errores y sobrevengan problemas con los fármacos”. En cuanto a los pacientes, estos deberían adquirir un rol más activo en su patología -un aspecto muy comentado por los diferentes expertos- para así llegar a conocer mejor los medicamentos que tienen que tomar y su propia enfermedad.
“La fragmentación de la asistencia sanitaria y la falta de coordinación y el acudir a diferentes farmacias y médicos, facilita que se comentan errores y sobrevengan problemas con los fármacos”
Revisar y deprescribir
Otro aspecto muy comentado es la importancia que tiene el trabajo multidisciplinar para que esto no llegue a ocurrir, es decir, que todos los agentes implicados en el abordaje del paciente crónico trabajen de manera coordinada y en equipo para que exista una mayor comunicación y así no cometer estos errores. No obstante, otra de las actuaciones que podría llevarse a cabo es la revisión de medicación, para que de esta manera se reduzca la polimedicación y el paciente no empeore su salud.
Realizar esto para Gavilán sería “un logro”, porque considera que se trataría de una intervención “no maleficiente y costeefectiva”. Sin embargo, lamenta que en España es más fácil prescribir que deprescribir.
“Las historias clínicas electrónicas están más orientadas a la explotación de datos de prescripción con fines estadísticos y de gestión del gasto que para optimizar el uso de fármacos evitando duplicidades, interacciones y otros errores de medicación, lo cual es sorprendente porque la inversión en tecnologías útiles para tomar decisiones más seguras en la prescripción de fármacos es mucho más baja de lo que cabría esperar y previsiblemente su impacto en salud podría ser alto. Esto es así porque la administración invierte muy poco en herramientas de apoyo a la toma de decisiones en prescripción segura y deprescripción”, subraya este investigador.
Para este experto, a pesar de todo esto, la asignatura pendiente es el ciudadano y, por ello, el siguiente paso para mejorar esta situación sería realizar campañas dirigidas a la población para concienciar sobre el buen uso de los fármacos y así enseñarles una actitud más crítica y realista sobre su utilidad social; y que a su vez se fomenten hábitos saludables para reducir la morbilidad y la mortalidad, “innecesariamente prematura y sanitariamente evitable”.
El siguiente paso para mejorar esta situación sería realizar campañas dirigidas a la población para concienciar sobre el buen uso de los fármacos y así enseñarles una actitud más crítica y realista sobre su utilidad social
“Existe la noción de que más es mejor -concreta-, cuando en asistencia sanitaria a veces es, más bien, al contrario”.