Los pacientes tienen derechos, pero también obligaciones
Laura Chivato
La prevención fue otro de los temas abordados durante el I Encuentro Multidisciplinar Profesionales Sanitarios & Pacientes, organizado por el Grupo OAT y su fundación Fundoat, y se abordó dada la estrecha relación que tiene con las enfermedades crónicas y la calidad de vida. En este sentido, incorporar medidas preventivas que mejoren la calidad de vida de los crónicos es “fundamental”, tal y como apuntó Ángel Gil, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
Si se habla de vacunación, esta hace referencia a incluir estrategias de prevención en el sentido más amplio de la palabra, también en la población adulta, ya que hay situaciones de riesgo por las cuáles el paciente debe estar vacunado y en las que verá mejorada su calidad de vida. Por ejemplo, cuando una persona adulta con una enfermedad crónica padece una enfermedad neumocócica, su situación vital se desestabiliza. “Yo siempre digo, de forma coloquial, que el paciente que ha estado aquí abajo y tiene una neumonía baja, aunque le tratemos con antibióticos, nunca va a subir hasta arriba. Es decir, ha perdido uno o dos escalones de su calidad de vida, algo que se suele decir cuando es pluripatológico, polimedicado y tiene muchos riesgos. En estos pacientes es que, además, se desajusta su enfermedad, lo que va a modificar su situación en el día a día, va a empeorar su calidad de vida. Por eso es muy importante controlar la vacunación”, explicó el profesor Gil.
“En estos pacientes es que, además, se desajusta su enfermedad, lo que va a modificar su situación en el día a día, va a empeorar su calidad de vida”
Y es que la enfermedad neumocócica sigue siendo la principal causa de muerte por enfermedad infecciosa en la población adulta, según el profesor, ya que todos los años mueren cerca de 9.000 personas, “por lo que la importancia que tiene vacunarse es evidente”.
Otras situaciones de riesgo
Otro ejemplo podría ser la inmunodepresión. “Al hilo de esto, afortunadamente tenemos tratamientos con fármacos con inmunomoduladores que están cambiando el horizonte de muchas patologías crónicas (como artritis reumatoide o psoriasis) y que, evidentemente, son tremendamente eficaces, pero llevan acompañada la situación de inmunosupresión, y en ellos quizá el hecho de plantear una estrategia de vacunación puede ser el éxito o no éxito de esos tratamientos”, destacó Gil.
De igual manera ocurre con la enfermedad gripal, y más teniendo en cuenta datos como los de la Comunidad de Madrid, con 244,71 casos por 100.000 habitantes en esta semana, según la Consejería de Sanidad. Se puede decir que la mayoría de los casos (casi 2/3) son en población entre los 15 y los 64 años y no vacunada, y entre ellos también un porcentaje de personas que tienen enfermedades crónicas y que tampoco han sido vacunados.
“Todos los años vemos que el 80-90 por ciento de los ingresos son en población que no ha sido vacunada previamente frente a la enfermedad gripal, por lo que algo tenemos que hacer por todo el coste sanitario que esto implica”, señaló el profesor.
“Todos los años vemos que el 89-90 por ciento de los ingresos son en población que no ha sido vacunada previamente frente a la enfermedad gripal”
Autogestión y autocuidado
Por otro lado, uno de los aspectos que más se aborda en la práctica clínica diaria es el físico, sin tener en cuenta que el emocional y social también juegan un importante papel en la enfermedad. Esto debería tener mayor peso si, además, se observan las características de la población española, donde imperan la cronicidad y los pacientes pluripatológicos y polimedicados y donde la soledad se ha convertido en un aspecto nuevo de la atención. “Con este tipo de pacientes frágiles, el aspecto de la atención sociosanitaria es especialmente relevante y esto nos lleva necesariamente a la prevención”, subrayó José Luis Baquero, director y coordinador científico del Foro Español de Pacientes (FEP), durante su ponencia relacionada con la autogestión y el autocuidado del paciente de cara a la prevención.
Pero, ¿cómo llegamos a la prevención? Con formación, tanto recuperando o manteniendo los buenos hábitos saludables desde la edad temprana a través de la enfermería de los colegios, como en el día a día con la capacitación de los pacientes para la autogestión y el autocuidado, siempre de la mano de la responsabilidad de la propia persona. “Es decir, hay un doble componente, ya que tenemos derechos, pero también obligaciones; la información es un derecho, pero también tiene que ir ligado al compromiso del paciente para llevarlo a cabo”, resalta Baquero.
Para ayudar al paciente en esta obligación, los profesionales sanitarios deben hacerle copartícipe de su responsabilidad. “Hay que hacer una estrategia global fuerte e intensa abordando el problema de la adherencia, tampoco quedándose en blanco y negro, sino llevándolo a la práctica, paciente a paciente, con la toma compartida de decisiones. Así sí implicas al paciente”, comentó el director del FEP.
“Hay que hacer una estrategia global fuerte e intensa abordando el problema de la adherencia”
“Por lo tanto -concluía Baquero-, los pacientes tenemos derechos como la universalidad o la personalización, pero también debemos que ser conscientes de que tenemos una obligación, y esta es precisamente hacernos responsables de nuestra autogestión, nuestra salud y nuestro autocuidado”.