“Una adecuada salud mental no va a eliminar el dolor, pero sí hará que su interferencia sea menor y, por tanto, posibilitará una mejor calidad de vida”

Antoni Castel, coordinador del Grupo de Trabajo Psicología y Dolor de la Sociedad Española del Dolor (SED)

El dolor crónico está muy asociado a la salud mental debido a cómo afecta esta última en la evolución del paciente. Por ello, como sostiene Antoni Castel, es necesaria la figura del profesional de la Psicología dentro del equipo que atiende al paciente con dolor, ya que el abordaje de esta enfermedad es complejo y no solo interfieren factores físiológicos, sino también psicológicos. Por ello, para el coordinador del Grupo de Trabajo Psicología y Dolor de la Sociedad Española del Dolor (SED), es imprescindible pensar en estos aspectos, ya que así se mejorará la calidad de vida del paciente.

Pregunta. Es el coordinador del Grupo de Trabajo de la SED de Psicología y Dolor. ¿Qué balance haría del esfuerzo realizado hasta el momento por el Grupo?

Respuesta. Desde que realizamos la primera reunión del Grupo de Trabajo de Psicología y Dolor en el año 2014,  creo que puede hacerse un balance positivo.

Desde entonces se han organizado seis mesas específicas de dolor y Psicología en los congresos de la SED, se ha colaborado en el Máster de Medicina del Dolor, se ha publicado un monográfico sobre Psicología en la Revista de la Sociedad Española del Dolor y se ha realizado una encuesta a nivel nacional sobre la presencia y las características de los de los profesionales de la Psicología que trabajan en el ámbito del dolor, tanto en unidades, como en hospitales, universidades o consultas privadas. Asimismo, el próximo 22 de noviembre se realizará la tercera Jornada de Psicología y Dolor en el Hospital de la Princesa, de Madrid. La temática de este año será Estrés y Dolor.

P. ¿Y destacaría alguno de estos trabajos en concreto?

R. Creo que todo es importante. No obstante, de lo realizado hasta ahora destacaría la encuesta cuyos resultados se hallan expuestos en el monográfico Revista de la Sociedad Española del Dolor que he comentado más arriba y que fue publicado en el año 2018.

Esta encuesta nos ha permitido conocer la realidad de los profesionales de la Psicología que trabajan en dolor y esto es importante para conocer los puntos frágiles de la profesión, pero también, los puntos fuertes, que de todo hay. Al que más interesado, le aconsejo que lea este trabajo, en el encontrará información muy detallada.

“Esta encuesta nos ha permitido conocer la realidad de los profesionales de la Psicología que trabajan en dolor y esto es importante para conocer los puntos frágiles de la profesión, pero también, los puntos fuertes”

P. Aproximadamente el 18 por ciento de la población sufre dolor, pero ¿es un porcentaje que se ajusta a la realidad?

R. Los estudios epidemiológicos suelen indicar porcentajes muy similares al que usted me indica, en diferentes países de nuestro entorno. No obstante, sí debe considerarse que estos porcentajes pueden variar en función de la edad o tipo de patología, siendo generalmente mayores en personas de más edad.

P. ¿Y cuáles diría que son las principales barreras en el abordaje del dolor?

R. Desde mi especialidad, la Psicología Clínica, diría que una dificultad importante es la que viene dada por la dicotomización entre mente y cuerpo. Frecuentemente se olvida que el dolor se procesa en el cerebro y que en la percepción del dolor no solamente intervienen factores fisiológicos, sino también psicológicos, culturales,  ambientales, etcétera. Todos ellos condicionarán la percepción de dolor y por tanto, requerirán de un abordaje multidisciplinar en el que no deberían olvidarse las variables psicológicas que condicionan la evolución del dolor.

P. Según el estudio ‘El dolor en la enfermedad crónica desde la perspectiva del paciente’, desarrollado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) y la Sociedad Española del Dolor (SED), solo en un 49 por ciento de los casos se recomienda la realización de ejercicio físico (natación, relajación y otros tipos de ejercicio) ¿Por qué este porcentaje es tan bajo?

R. Tal vez sea así porque en nuestro entorno sanitario deba avanzarse hacia una real multidisciplinariedad por lo que a las intervenciones terapéuticas respecta. Las intervenciones no farmacológicas, como el ejercicio físico o las técnicas de relajación, frecuentemente son vistas como complementarias y no están en el centro de la acción terapéutica. Además, si son pautadas, van a requerir de una monitorización para comprobar su idoneidad y su realización y esto requiere de recursos para llevarlo a cabo correctamente.

“En nuestro entorno sanitario debe avanzarse hacia una real multidisciplinariedad por lo que a las intervenciones terapéuticas respecta”

P. No obstante, ¿son importantes los hábitos saludables en dolor?

R. A nivel general debería responderse que evidentemente que sí. En determinadas patologías, como la fibromialgia por ejemplo,  está claro que el ejercicio físico moderado de tipo aeróbico (caminar, agua-gym, …) es claramente beneficioso.

Pero dentro del epígrafe de hábitos saludables, yo también incluiría las actividades sociales, los hobbies y todo aquello que proporciona una mejoría de las actividades funcionales y del estado de ánimo de la persona con dolor crónico.

P. Teniendo en cuenta que el 70 por ciento de los pacientes sufre ansiedad o depresión, según este mismo estudio, dentro de estos hábitos saludables, ¿cuidar la salud mental es importante?

R. Es evidente que sí. En el dolor crónico, la ansiedad y la depresión suelen incrementar la percepción de dolor. Por tanto, las relaciones sociales, el soporte de los seres queridos, el estar implicado en objetivos o valores vitales, o incluso, la misma aceptación positiva del dolor crónico van a ser factores protectores. Una adecuada salud mental no va a eliminar el dolor, pero sí hará que su interferencia sea menor y, por tanto, posibilitará una mejor calidad de vida.

P. ¿Se investiga lo suficiente en esta relación salud mental-dolor?

R. Existe mucha investigación al respecto, tanto a nivel básico como a nivel aplicado. No obstante, la investigación sobre la relación salud mental-dolor es compleja, puesto que el objeto de estudio es amplio y poliédrico. Objetivos de estudio pueden ser el estado de ánimo, las estrategias de afrontamiento, la ansiedad, la percepción de soporte social, la utilización de determinadas estrategias cognitivas, la resiliencia, el catastrofismo, los efectos de técnicas o terapias psicológicas específicas, los efectos del dolor en la salud mental en función del género, la validación de instrumentos de medida, etc. Por tanto, los objetivos de la investigación en salud mental pueden ser muy amplios y esto puede inducir a una falsa percepción.

“La investigación sobre la relación salud mental-dolor es compleja, puesto que el objeto de estudio es amplio y poliédrico”

A nivel personal y es mi opinión como clínico, pienso que se precisaría de más investigación aplicada para validar tratamientos psicológicos dirigidos a poblaciones específicas.

P. Se menciona bastante el hecho de que los distintos profesionales sanitarios deben trabajar conjuntamente y de manera coordinada para así abordar de manera más eficiente y correcta la cronicidad. Sin embargo, ¿se cuenta con la especialidad de Psicología dentro de los equipos multidisciplinares a la hora de atender al paciente con dolor?

R. Como desveló nuestro estudio, seguimos siendo una especialidad minoritaria, aunque muy demandada por los equipos. El 94 por ciento de las unidades que no disponían de psicólogo/a lo consideraban necesario, pero sólo el 29 por ciento de las unidades disponían de esta figura profesional. Entre las unidades multidisciplinarias, este porcentaje se incrementaba hasta el 51 por ciento, pero la mayoría de las veces a tiempo parcial y en condiciones poco consolidadas.

P. ¿Qué papel juegan los psicólogos dentro de estos equipos?

R. En el contexto de las unidades multidisciplinares sus tareas son variadas. Abarcarían desde la evaluación psicológica (de los factores psicosociales que influyen en el dolor crónico, de la posible adicción a fármacos opioides,  de los candidatos a implante de sistemas de neuroestimulación o de los candidatos a determinadas cirugías), a la realización de tratamientos psicológicos, tanto a nivel individual,  como a nivel grupal.

En sus actividades también se incluirían las relacionadas con la docencia y la investigación.

P. En relación a esto, en España hay 616 hospitales sin Unidades de Dolor Crónico. ¿Es una carencia del SNS o se ajusta al número de pacientes con dolor que hay en el país?

R. Creo que es una carencia del SNC que debe corregirse progresivamente. El abordaje del dolor crónico es complejo y la creación de equipos especializados no es algo que pueda improvisarse. Tengo la esperanza, y creo que no es infundada, de que cada vez habrá más hospitales con unidades de dolor crónico.

“El abordaje del dolor crónico es complejo y la creación de equipos especializados no es algo que pueda improvisarse”

P. ¿Y cómo cree que podrían fomentarse estas Unidades?

R. En primer lugar, debe hacerse evidente su necesidad. Las sociedades científicas, como la propia  Sociedad Española del Dolor, los investigadores del campo, los observatorios de la salud, las asociaciones de enfermos y la sociedad en general deben ver esa necesidad. En segundo lugar, los gestores de la salud deben reconocer su importancia y favorecer su creación. En tercer lugar, debe existir una mayor  formación de los profesionales de la salud (Medicina, Psicología, Enfermería, Fisioterapia, etc.) sobre lo que es y representa el dolor crónico.