“Antes de que se estableciera el estado de alarma, se dieron normas para la población general y para la de los hospitales, pero de las residencias no habló nadie, ni se planteó”

José Manuel Ribera, Presidente del Comité Científico del Grupo OAT y Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM)

Laura Chivato Isabel

El coronavirus se ha instalado en nuestras vidas. En todos los ámbitos: personal, laboral, social, y lógicamente, también en el sanitario. Por ello, esta entrevista al profesor José Manuel Ribera es la primera de una serie que se publicará estas semanas dentro del Especial ACP Coronavirus, con el objetivo de ir aportando información validada y rigurosa durante esta inusual situación que nos ha tocado vivir, una situación para la que el profesor Ribera anima a tener esperanza, ya que en algún momento todo esto acabará. Precisamente cuando termine, y como comenta el presidente del Comité Científico del Grupo OAT, será el momento de analizar y sacar los aprendizajes correspondientes de cara al futuro.

Pregunta. ¿Cómo está viendo esta situación desde su experiencia profesional? ¿Había vivido algo similar?

Respuesta. Mi experiencia profesional en relación con esta situación actual es nula, ya que se trata de algo excepcional que no era muy previsible. Quizá lo más parecido a esto, como también se ha dicho en los medios de comunicación, sea la conocida como ‘gripe española’ de 1918.

Epidemias mucho más limitadas, que no son comparables en ningún aspecto, sí que hemos vivido, como, por ejemplo, diarreas por vibrión colérico en sitios muy locales. Pero esto eran situaciones, en general, producidas por gérmenes, virus o bacterias que se conocían y que eran limitadas en el espacio y en el tiempo.

Para el coronavirus COVID-19 no hay experiencias similares y ni yo ni nadie de las personas que estamos presentes ahora hemos vivido una situación que se parezca en magnitud; por el tipo de patología sí, pero ni por extensión y ni por las consecuencias que está teniendo.

P. Diversas organizaciones sanitarias han lanzado, y continúan haciéndolo, diferentes recomendaciones de prevención para frenar el contagio. ¿Cree que la población está siendo adherentes a dichas recomendaciones?

R. En general, creo que la sociedad sí ha tomado conciencia de la gravedad y efectivamente está siendo adherente a las recomendaciones. Puede que no desde el primer momento, pero sí de manera progresiva.

“Creo que la sociedad sí ha tomado conciencia de la gravedad y efectivamente está siendo adherente a las recomendaciones”

La prueba está en que la imagen de estos días son las calles de las diferentes ciudades vacías, tanto si se hace el ejercicio de asomarse a la ventana como si se consultan los medios de comunicación.

Hablando de la adherencia, lo que es el punto central de nuestro Observatorio de la Adherencia al Tratamiento (OAT) , hay que destacar que lo que está ocurriendo ahora constituye un buen ejemplo de que, cuando nos referimos a la ‘adherencia terapéutica’, no siempre se trata de fármacos. En muchas ocasiones, y la actual es una evidencia de ello, las medidas no farmacológicas son la clave y lo más importante. En este caso por ejemplo lo es el aislamiento.

P. Como ya es bien sabido, uno de los principales grupos que tiene mayor riesgo de sufrir consecuencias graves por el contagio de COVID-19 es el de las personas mayores. ¿Piensa que este grupo de personas es realmente consciente del peligro que supone el virus para su salud?

R. Al igual que en la respuesta anterior, la mayor parte de las personas mayores sí, aunque probablemente algunas no, pues hay que tener en cuenta que este grupo es muy heterogéneo y en él hay una gran parte de personas con demencias, por ejemplo.

No obstante, a grandes rasgos los mayores están más asustados que las personas de otras edades y son plenamente conscientes del peligro que supone para su salud e incluso para su vida.

P. ¿Y qué acciones diría que son las más efectivas para prevenir a este grupo de alto riesgo?

R. Principalmente, las que se vienen recomendando: quedarse en casa y hacer caso de lo que recomiendan las personas que están más en el núcleo de la epidemia. La higiene y el confinamiento probablemente sean las dos acciones más importantes.

Sin embargo, en caso de duda, hay que preguntar, ya que es otra forma de actuar teniendo en cuenta que la mayor parte de las personas, sean mayores o no, tiene posibilidad de acceso a información más directa sobre sus problemas más específicos a través de los teléfonos que se han puesto a disposición de la ciudadanía o a través de asociaciones o grupos científicos que aconsejan qué hacer ante una situación concreta.

“En caso de duda, hay que preguntar, ya que es otra forma de actuar”

P. Las personas mayores, precisamente por ser grupo de riesgo, tienen que hacer frente a una mayor estigmatización por parte de la sociedad tras el pensamiento de que el coronavirus es “un problema de gente anciana”, según explica en un artículo de opinión publicado en este mismo medio. Frente a esta situación, ¿cree que la población más joven conoce correctamente su papel para frenar los contagios?

R. A las personas mayores se las estigmatiza siempre y este es un buen ejemplo. La peor consecuencia de esta estigmatización es que en ocasiones se convierte en argumento para justificar políticas discriminatorias contra la persona de más edad.

Desde mi punto de vista, la población más joven tiene menos consciencia del peligro, entre otras cosas porque es lo que le dicen a través de los medios de comunicación. Por tanto, hay una proporción mayor de población más joven que lo vive con menos sentido de la responsabilidad.

P. En este punto, y viendo cómo todo el país está reaccionando y apoyando a los profesionales sanitarios, es indudable que la labor de estos es más que fundamental en esta crisis. ¿Qué destacaría concretamente de su actuación?

R. Destacaría sobre todo dos cosas: la primera es que las personas que trabajan en primera línea han tomado conciencia de su papel y se lo han tomado muy en serio y lo están haciendo lo mejor que pueden y saben. Sobre todo, lo están haciendo con generosidad.

Y lo segundo es que se están contagiando también en gran medida. En el ámbito en el que yo me muevo, el de la Geriatría, conozco mucha gente próxima que ha dado positivo. Por ello, me parece otro tema a destacar, el hecho de que hay bastantes profesionales que, no solo están trabajando muy intensamente con los enfermos, sino que también se están contagiando.

P. Desde España se estuvo muy pendiente de la evolución del coronavirus COVID-19 en países como China o Italia desde el primer caso de contagio. Teniendo esto en cuenta, ¿considera que se tendría que haber actuado de otra manera? Y si es así, ¿en qué sentido?

R. En mi opinión, ‘a toro pasado’ es muy fácil hacer valoraciones. No creo que la respuesta que ha habido en España al coronavirus haya sido frívola, al revés. Visto desde ahora, está claro que se podría haber actuado de otra manera, por ejemplo, previendo mayores necesidades de medidas materiales de protección o afrontando más precozmente el problema de las residencias de ancianos, pero las cosas hay que ponerlas sobre la mesa en el momento en el que se producen. Además, diría que la manera en la que se ha actuado, y en la que se sigue actuando, es bastante responsable. Creo que los responsables tanto a nivel estatal como autonómicos se están tomando en serio el tema y están trabajando, y la prueba de ello es que también muchos han dado positivo. ¿Se podría haber actuado de otra manera? Si se hubiera sabido lo que se sabe ahora, pues quizá sí; si no se sabía en su momento, es muy difícil poderlo asegurar, ya que estamos ante una epidemia absolutamente nueva, algo que no ha pasado nunca y para la que no había experiencia, lo que ha obligado a improvisar. Incluso hoy en día se siguen publicando avances sobre el virus y sus características.

Por tanto, si la respuesta fuese cerrada yo no diría que se ha actuado mal. Creo que se ha intentado hacer en cada momento lo que se pensaba que se debía hacer y se han intentado aplicar los procedimientos que en el día a día se han visto eficaces en China o en Italia.

P. Esto a modo general, pero ¿hay algún aspecto concreto sobre el que considere que los esfuerzos podrían haber sido otros?

R. El tema de las residencias es un aspecto concreto en el que sí se podría haber actuado de otra manera, ya que se trata de un asunto bastante sangrante se mire como se mire. Todas las autoridades, en este tema, sí que podrían haberlo previsto y actuado mejor.

Desde todos los puntos de vista, las residencias son unos centros absolutamente heterogéneos, por su tamaño, su ubicación, su dependencia, su dotación, etc. Son centros que acogen muchísima gente (casi medio millón de personas mayores de 75 años viven en residencias) de altísimo riesgo (pues tienen una edad media por encima de 85 años) que, además, en su inmensa mayoría, no están sanos (tienen enfermedades importantes), son dependientes y muchos de ellos, alrededor del 20-25 por ciento, tienen deterioro cognitivo, lo cual hace más difícil la convivencia. Igualmente, viven muy juntos y con pocas posibilidades de separarse, porque tienen actividades comunes e incluso llegan a compartir habitación (solo un 15 por ciento de las habitaciones en residencias son individuales).

A esto hay que sumarle que van muy justitas de personal, pues los profesionales que trabajan en ellas están más orientados a la ‘gerocultura’, es decir, no es personal sanitario: las residencias que tienen permanentemente un médico dentro son pocas y la proporción de enfermeras es baja, lo que redunda en que estén poco dotadas sanitariamente. Esto provoca que la mayor parte de los centros tengan dificultad para disponer de oxígeno, de material suficiente de sueroterapia o, en muchos casos, de determinados fármacos cuya provisión depende del médico del centro de Atención Primaria más próximo; además, es más difícil asegurar los diagnósticos. Todo ello hace que el riesgo de que florezca dentro el coronavirus sea altísimo y, lamentablemente, a mí no me sorprende que fallezcan personas teniendo en cuenta todo esto.

“Las residencias que tienen permanentemente un médico dentro son pocas y la proporción de enfermeras es baja, lo que redunda en que estén poco dotadas sanitariamente”

Si luego encima resulta que difícilmente se les permite el traslado a un hospital porque están sobrecargados y además se considera que hay que poner los esfuerzos en gente más joven -lo que no deja de ser una discriminación por edad-; y a su domicilio no pueden ir porque o no tienen, o no es lo adecuado ¿qué hacer para que una persona afectada por COVID-19 no contagie a los de al lado? Todo esto son problemas tremendos, y aquí sí que se podría haber actuado mejor desde el principio.

P. Todo viene entonces por una falta de recursos previos…

R. Por la falta de recursos y porque el primer día que salió a relucir todo esto, y antes de que se estableciera el estado de alarma, se dieron normas para la población general y para la de los hospitales, por ejemplo, pero de las residencias no habló nadie, ni se planteó.

Las normas para las residencias se empiezan a dar ahora, dejando ver que es un tema sobre el que no se había pensado.

P. ¿Qué diría que es lo que más le ha sorprendido para bien sobre el abordaje de este virus? Y, por el contrario, ¿qué piensa que debería mejorarse de cara al futuro?

R. Para bien, sobre todo lo que he mencionado anteriormente, la respuesta de la sociedad, porque está siendo buena básicamente. Creo que los gobiernos, en general, se lo han tomado en serio y están intentando hacer las cosas lo mejor posible, algo que no me ha sorprendido, pero que sí es para bien. Además, también la respuesta de los profesionales, sanitarios y no sanitarios como pueden ser las personas que trabajan en los supermercados o los agricultores, entre otros.

El momento de establecer mejoras de cara al futuro será cuando esto se haya superado y se analicen los datos. En caliente es muy difícil establecer pautas sobre aspectos que todavía se desconocen y que no sabemos ni cuánto va a durar, ni si lo recomendado es lo más eficaz. Primero esperemos a que acabe todo y entonces analicemos qué se podría mejorar de cara al futuro.

“En caliente es muy difícil establecer pautas sobre aspectos que todavía se desconocen y que no sabemos ni cuánto va a durar”

P. ¿Cómo cree que va a evolucionar esta situación desde el punto de vista clínico?

R. De esto sí que va habiendo experiencia, y aquí hay dos posibles ámbitos de respuesta. El primero el individual: la persona se infecta, esta unos días de incubación, presenta una serie de manifestaciones (como tos seca, fiebre o sensación de falta de aire) y después, normalmente, se pasa y desaparece. En algunos casos, no se pasa, sino que se agrava y se llega a fallecer.

Desde el punto de vista de la población, creo en lo que dicen los epidemiólogos. Es decir, que va a seguir creciendo sin tenerse certeza durante cuánto tiempo, que se llegará al pico de la curva de contención a partir del cual los nuevos casos van siendo progresivamente menores y se acabará con la enfermedad por limitarse o desaparecer -por lo menos el brote actual-, tal y como está pasando ya en China y que previsiblemente será lo que pase aquí también.

P. Los esfuerzos por encontrar un tratamiento eficaz y una vacuna contra el COVID-19 no son pocos, y con este fin muchas organizaciones ya están trabajando en ello. ¿Tiene confianza en que esto pueda ser una realidad a corto plazo?

R. Estoy seguro de que va a ser una realidad, sobre todo en el caso de la vacuna. En cuanto al tratamiento, es mucho más difícil que así sea porque, por ejemplo, no hay un tratamiento para la gripe, que es lo más parecido al coronavirus. La gripe es una enfermedad viral y no tiene un tratamiento específico y, en general, lo que hace el paciente es tener paciencia, tomar paracetamol y esperar a que se pase. Por ello, no estoy seguro de que para esto se encuentre un tratamiento farmacológico, al menos a corto plazo.

En cambio, sí que estoy seguro de que habrá vacuna, aunque a corto plazo no lo sé. ¿En una semana? No; ¿En menos de un año? Seguro que sí.

P. ¿Qué mensaje transmitiría a todas esas personas que tienen un mayor riesgo y que se encuentran en cuarentena en su domicilio?

R. Sobre todo, paciencia. Lo que quiere decir, no desanimarse y esperanza, que esto se acabará.

“Sobre todo, paciencia. Lo que quiere decir, no desanimarse y esperanza,

que esto se acabará”

Y otra cosa importante es no precipitarse, que desaparezcan los síntomas no quiere decir que se haya superado la enfermedad, porque se siguen contagiando después.

P. Y en general, ¿se sacará algún aprendizaje para que en un futuro se aborde otro problema similar de forma más correcta?

R. Seguro. Lo que ocurre es que para ver cuándo y cuáles hay que tener la experiencia que da el ‘a toro pasado’. Ahora está de moda el big data y se pueden recoger mucha información y muchos datos para trabajar sobre ella.

Se sacarán enseñanzas y es muy probable que en el futuro esto no vuelva a ocurrir o no con este tipo de virus. Incluso aunque así fuera, de esta experiencia que estamos viviendo, ya hay cosas claras, por lo que se aprenderá de cara al futuro sin duda.