La no adherencia en insuficiencia venosa crónica: falta de información y de médicos especializados

En los estadios más avanzados, la IVC afecta tan gravemente a la calidad de vida que puede llegar a compararse con los pacientes que sufren un infarto de miocardio o EPOC.

Laura Chivato

La insuficiencia venosa crónica (IVC), a pesar de ser una enfermedad banal, afecta gravemente a la calidad de vida de las personas que la sufren, además de suponer un problema sanitario de primera magnitud. En este sentido, la adherencia es fundamental para tener bajo control la patología, y una buena forma de mejorar esta es que el paciente conozca la enfermedad y que sea consciente de ella, teniendo en cuenta que, tal y como señala el doctor Manuel Frías Vargas, médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, “es más que una alteración estética”. Sin embargo, el paciente no es adherente y el motivo de esto es la falta de información, según la doctora Lourdes Reina Gutiérrez, jefa de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid.

“El paciente no es adherente por la falta de información sobre su enfermedad, las causas y la fisiopatología, la historia natural, el pronóstico y sobre qué tiene que hacer para controlarla y prevenir su progresión y aparición de complicaciones”, explica la doctora, quien además forma parte de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV).

Ante esta cuestión la duda podría surgir en relación a por qué falta información cuando es una patología que padece el 30 por ciento de la población, según el Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL) de la SEACV. Esto podría deberse a la falta de médicos especializados, lo que hace que el paciente no reciba información adecuada y, por tanto, no conozca los riesgos que esta puede provocar en su calidad de vida y en su día a día. Este hecho está relacionado con otro dato -también del CEFyL-: un 60 por ciento de los casos no están diagnosticados.

Un 60 por ciento de los casos de insuficiencia venosa crónica no están diagnosticados.

“Esta frecuente enfermedad -subraya la doctora Reina- debe ser manejada por médicos con conocimientos, habilidades, experiencia y práctica frecuente en el diagnóstico clínico y con ‘ecodoppler’, y en las técnicas de tratamiento. De no ser así, ocurre que no se realizan las terapias necesarias, como la terapia de alta compresión en la úlcera venosa o las técnicas de eliminación de varices desde el principio de la enfermedad; o se prescribe mal la terapia compresiva con productos que no son medias terapéuticas”.

Ya no solo es que falten médicos especializados, sino que el propio paciente, una vez le diagnostican IVC, infravalora la enfermedad, según el doctor Frías -también coordinador del Grupo de Trabajo de Vasculopatías de SEMERGEN-.

¿Insuficiencia venosa?

Este experto define la insuficiencia venosa crónica como “la incapacidad que tienen las venas de las extremidades inferiores para empujar la sangre desde estas hasta el corazón. Al fallar las válvulas que se encuentran en las paredes de las venas, pierden su elasticidad y puede producir hinchazón y la circulación se hace más difícil”.

Por su parte, la doctora Reina enumera los síntomas más importantes, que son: la tirantez, el hormigueo, el dolor, la quemazón, los calambres, hinchazón, la sensación de pesadez, el picor y el cansancio de los miembros inferiores. “Entre los signos -detalla la doctora- encontramos la presencia de venas dilatadas y tortuosas en los miembros inferiores que, dependiendo de su tamaño y la localización, se denominan telangiectasias, venas reticulares y varices”. En los estadios más avanzados de la enfermedad pueden llegar a aparecer edemas (hinchazón de tobillos al final del día) y cambios tróficos, como la pigmentación, el eccema, la atrofia blanca y la lipodermatoesclerosis, que a su vez puede desembocar en la aparición de úlceras. Además, según la doctora, la insuficiencia venosa en los estadios más avanzados -y según se ha demostrado- afecta tan gravemente a la calidad de vida que puede llegar a compararse con los pacientes que sufren un infarto de miocardio o EPOC.

Según se ha demostrado, afecta tan gravemente a la calidad de vida que puede llegar a compararse con los pacientes que sufren un infarto de miocardio o EPOC.

Por ello, concienciar sobre esta enfermedad se vuelve una actuación fundamental -un aspecto en el que coinciden el doctor Frías y la doctora Reina- ya que, si el paciente es consciente de todo lo que implica la IVC, mejorará su estado de salud y no se desarrollará un problema mayor. Sobre todo ­-recalca el doctor- hay que dar a conocer la enfermedad y su importancia desde el punto de vista de salud pública.”

Aquí es donde entra en juego también el papel de las asociaciones para servir al paciente de fuente de información fiable y contrastada, tal y como persigue la Asociación Cuida Tus Venas. Desde Cuida Tus Venas, el doctor José Ramón Escudero, su presidente y director del Servicio Mancomunado Hospitales de Sant Pau-Dos de Mayo Angiología, Cirugía Vascular y Endovascular, explica que esta es su misión principal: “ofrecer información sobre temas referentes a la insuficiencia venosa y linfática y la prevención de las complicaciones; además de aconsejar y divulgar las novedades y la utilidad de los diferentes métodos terapéuticos”.

“Es una patología que afecta al 30 por ciento de la población, que es benigna y que está atendida por la Seguridad Social, por lo que no es necesaria la asociación con intención de reclamar o llamar la atención de una posible falta de tratamiento. Las asociaciones como Cuida tus venas cumplen la función de aclarar dudas, informar de nuevas alternativas y dar consejos”, añade el doctor Escudero.

Tratamiento y coste-efectividad

Una de las funciones que tiene la concienciación radica en que el paciente siga el tratamiento que el médico le prescribe de la forma más correcta posible. En esta línea, tanto el doctor Frías como la doctora Reina coinciden en que la prevención es lo más importante. Hoy en día se sabe que es mejor actuar cuanto antes y de una forma intensiva y extensiva en la enfermedad venosa crónica”, aclara la doctora.

Así, el tratamiento -según esta especialista- abarca varias líneas de actuación, complementarias todas ellas entre sí:

  1. Las medidas higiénico-dietéticas: como el ejercicio, elevar las extremidades inferiores siempre que sea posible, una dieta equilibrada que evite el sobrepeso y el estreñimiento, rica en flavonoides presentes en las frutas rojas, y el cuidado de la piel, son medidas básicas.
  2. La terapia compresiva: mediante el uso de medias de compresión de tricotado circular y plano, y fabricadas con distintos tejidos que le confieren una mayor o menor elasticidad, permiten tratar diferentes grados de la enfermedad y diferentes tipos de pacientes. Los vendajes de baja elasticidad, especialmente los multicapas, son “imprescindibles” para la cicatrización de la úlcera o el control del edema. “Como novedad –apunta la doctora-, los nuevos dispositivos de compresión inelásticos autoajustables con velcro (Circaid-MEDI) permiten el tratamiento de pacientes frágiles, con alteraciones de la piel, obesidad severa o linfedema asociado, en los que la terapia con medias elásticas es muy difícil o insegura.”
  3. El tratamiento farmacológico: con fármacos venoactivos como la fracción flavonoide purificada o antitrombóticos como el sulodexide, son los más apoyados por la evidencia y actúan en la microcirculación inhibiendo el efecto inflamatorio de la hipertensión venosa crónica.
  4. La cirugía o técnicas intervencionistas: que buscan eliminar el reflujo en el sistema venoso superficial, o bien restablecer el flujo en el sistema venos profundo, en caso de obstrucción de este.

Aplicar todas estas medidas para el control de los síntomas y signos y prevenir la progresión de la enfermedad desde el momento en que esta aparece ha demostrado ser más coste-efectivo que la no actuación o la actuación insuficiente.

 “Es importante concienciar a la sociedad, a los pacientes, a las Sociedades Científicas y a las Instituciones Sanitarias públicas y privadas de que se ha demostrado en estudios de coste-efectividad que el tratamiento especializado de la enfermedad venosa crónica, con terapia compresiva y técnicas de eliminación temprana de varices, es más coste efectivo que no tratarla o tratarla de forma insuficiente”, señala la doctora Reina.

“Se ha demostrado en estudios de coste-efectividad que el tratamiento especializado de la enfermedad venosa crónica  es más coste efectivo que no tratarla o tratarla de forma insuficiente”

¿Qué ocurre cuando llega el calor?

Y aunque este año parece que el verano está tardando más en ‘acomodarse’, con la llegada del calor es imprescindible -si lo puede ser aún más- cumplir con los tratamientos y medidas preventivas, pues el calor ocasiona la dilatación de las venas y empeora el mal funcionamiento del sistema valvular.

“Es ahora más que nunca cuando hay que insistir en que los pacientes sigan el tratamiento completo farmacológico, terapia compresiva y medidas higiénico dietéticas -según la doctora-. En esta época del año, es especialmente recomendable la natación, que además de potenciar la bomba muscular de las piernas, añade el efecto anti gravitatorio, mejora la función cardiopulmonar y el masaje del agua a temperatura fresca.”

En concreto, el presidente de Cuida Tus Venas, recomienda el tratamiento con flebotónicos para aliviar y eliminar los síntomas. “Sin embargo –añade-, si hay varices de mediano-gran tamaño o edema, la media debe seguir utilizándose para asegurar que no haya complicaciones, sobre todo durante los periodos en que permanece estático (de pie quieto o sentado). Además de masajes con cremas frías que ayudan también a pasar el verano.”

Fuente: SEMERGEN

Desde la plataforma “Pacientes” de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMERGEN), y más en concreto desde el Grupo de Trabajo de Vasculopatías que coordina el doctor Frías, también han elaborado una serie de recomendaciones para afrontar el verano dirigido a las personas que sufren IVC. Entre estas se encuentra: reducción de peso, calzado cómodo y fresco (con tacón de menos de 3 cm de altura), llevar vestimenta que no produzca, por compresión, fenómenos de obstrucción del flujo venoso (ligaduras apretadas de calcetines y ligas, ropa demasiado ajustada, etc.), darse duchas de agua fría, ya que tienen un importante efecto favorecedor y tónico, evitar estar de pie y la posición de sentado o realizar ejercicio físico, entre otros
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