¿Y si se pone el punto de mira en la falta de adherencia?

El dolor neuropático provoca que el 85% de los pacientes presenten un deterioro significativo en su calidad de vida

Laura Chivato

Se estima que en España podrían existir más de tres millones de afectados por dolor neuropático (entre el 6 y el 8 por ciento de la población), de los cuales un 77 por ciento lo padece de forma crónica, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Normalmente los pacientes con este tipo de dolencia tienen prescritos dos o más fármacos, lo que provoca que entre un 40-70 por ciento de estos no consigan un control completo del dolor. Además, si tenemos en cuenta la falta de adherencia que existe en torno a enfermedades crónicas que causan éste, como la diabetes, las consecuencias se agravan y se produce una “peor respuesta al tratamiento”, tal y como explica el doctor Pedro Bermejo, coordinador del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la SEN.

Generalmente los pacientes con dolor neuropático tienen prescritos varios fármacos en distintas combinaciones, ya que la dolencia suele ser “bastante” resistente al tratamiento, según el doctor Bermejo. Todo ello provoca que los especialistas lleguen a pensar en otras alternativas, como técnicas quirúrgicas u otros tratamientos, sin tener en cuenta que la principal causa del peor control es la falta de adherencia. “En ocasiones, los médicos ajustan la medicación elevando las dosis o añadiendo nuevas combinaciones cuando la causa de la mala respuesta está en la escasa adherencia a los fármacos. Esto finalmente termina dando lugar a tratamientos inadecuados que no consiguen su objetivo”, subraya este especialista.

“Los médicos ajustan la medicación elevando las dosis o añadiendo nuevas combinaciones cuando la causa de la mala respuesta está en la escasa adherencia a los fármacos”

El tratamiento lo que persigue es bloquear la transmisión nerviosa anormal, lo cual se consigue con fármacos que no son habituales a otro tipo de dolor, utilizando fundamentalmente fármacos de la familia de los antiepilépticos y los antidepresivos, entre otros. Pero nada de ello se llega a conseguir de forma plena por la falta de cumplimiento, unido además al componente refractario de la dolencia. El doctor Bermejo destaca las principales causas de la baja adherencia en dolor neuropático: el elevado número de comprimidos que deben tomar los pacientes, la no inmediatez del efecto analgésico y los efectos secundarios.

Estas características hacen que este tipo de dolor siga siendo uno de los más difíciles de tratar, según la SEN. Éste provoca que el 85 por ciento de los pacientes presenten un deterioro significativo en su calidad de vida y que más del 70 por ciento presente algún tipo de alteración psiquiátrica, principalmente ansiedad o depresión.

Cómo mejorar esta situación

Existen estrategias o iniciativas comunes a todas las patologías crónicas para mejorar los datos relacionados con la falta de adherencia al tratamiento. Una de ellas es el abordaje multidisciplinar que, según el doctor Bermejo, ha demostrado ser “la mejor forma de actuación” en el caso de patologías complejas que precisen de varios especialistas, como puede ser el dolor neuropático. En este caso, además de los neurólogos, son importantes otras especialidades como los anestesistas de la unidad del dolor, los neurocirujanos, los rehabilitadores o los médicos de Atención Primaria, dependiendo de la patología que está provocando el dolor neuropático. “En muchas ocasiones ­-incide el experto-, solo actuando de una forma conjunta, podemos controlar el dolor y dotar al paciente de una mayor calidad de vida.”

“Solo actuando de una forma conjunta, podemos controlar el dolor y dotar al paciente de una mayor calidad de vida”

Otro de los aspectos importantes es la personalización y protocolización, debido principalmente a que el dolor es subjetivo y, dependiendo de la patología, la asistencia será de una manera u otra. “El dolor neuropático requiere de protocolos asistenciales diferenciados según la enfermedad que presenta cada paciente, ya que cada uno requiere estudios etiológicos detallados, una evaluación y cuantificación de la intensidad del dolor, un análisis de la repercusión en su actividad diaria y en su calidad de vida, así como un tratamiento terapéutico complejo y multidisciplinar. Para ello, sería aconsejable apostar por una protocolización de la asistencia”, argumenta el doctor Bermejo.

Relacionado con esto se encuentran los retos que se dan actualmente en torno al dolor neuropático, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. “El diagnóstico de dolor neuropático -según el doctor- supone todo un desafío en la práctica clínica, puesto que el dolor es una experiencia subjetiva y con las pruebas de laboratorio, los estudios de imagen y de electrofisiología no se diagnostican más del 10-20 por ciento de los pacientes. Es, por lo tanto, un diagnostico esencialmente clínico (…) Además, tenemos dificultades para evaluar las comorbilidades que suelen estar presentes en los pacientes con dolor crónico, como la ansiedad o la depresión.”

En cuanto al tratamiento, el doctor Bermejo insiste en que es necesario contar con fármacos más eficaces que consigan tratar el dolor neuropático en el largo plazo; además de crear equipos multidisciplinares que consigan mejorar las posibilidades de tratamiento, ya que actualmente solo el 30 por ciento de los pacientes recibe este tipo de atención, según la SEN.