El riesgo inminente de fractura por fragilidad

Solo un 20 por ciento de las pacientes con fractura en Europa recibía tratamiento

Laura Chivato Isabel

La principal consecuencia de la osteoporosis es la fractura osteoporótica y se podría decir que esta tiene ‘cara de mujer’, pues son ellas quienes presentan dicha fractura en cuatro de cada cinco casos. Sin embargo, y a pesar de que gracias a la evidencia se conoce que un paciente fracturado tiene mayor riesgo de sufrir una refractura, los niveles de tratamiento y de investigación son muy bajos, tal y como subrayó la doctora Cristina Carbonell, especialista en Medicina Familiar y comunitaria y miembro del grupo de Osteoporosis de la Sociedad Catalana de Medicina de Familia, durante el XX Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM) organizado por el Centro Médico Instituto Palacios.

La doctora presentó en su ponencia un estudio en el que se evidenciaba que solo un 20 por ciento de las pacientes con fractura en Europa recibía tratamiento, a pesar de tener constancia del alto riesgo que tienen las que han sufrido una fractura previa.

“Solo un 20 por ciento de las pacientes con fractura en Europa recibía tratamiento, a pesar de tener constancia del alto riesgo que tienen las que han sufrido una fractura previa”

Otro estudio, en este caso realizado en EEUU en 2014, analizaba en un grupo de pacientes mayores de 50 años a quiénes se había investigado y tratado. Como resultado, se observó que el tratamiento era más frecuente cuando la fractura era vertebral, poniendo también sobre la mesa que la probabilidad de contar con dicho tratamiento era mucho más baja en otra localización y que con el paso de los años este decrecía; además, la falta de adherencia se situaba alrededor del 50 por ciento (un dato en línea con los actuales)

“Algunas de las causas de que se dé esta situación son la incapacidad de realizar, en ocasiones, pruebas diagnósticas como la densitometría, el miedo por parte de los pacientes y los profesionales a iniciar tratamientos con unos posibles efectos adversos que la mayoría de las veces son muy infrecuentes o no considerar la osteoporosis y las fracturas por fragilidad como un problema serio de salud”, explicaba la doctora Carbonell.

No obstante, y aunque se tenga esta percepción, cuando se analiza el riesgo absoluto de presentar fractura se observa que, a medida que empeora la densidad mineral ósea, las pacientes tienen mayor riesgo de tener una fractura; y si se divide estas pacientes entre las que tienen una fractura previa o no han sufrido ninguna, se evidencia que aquellas que han sufrido una fractura tienen mucho mayor riesgo de una nueva.

Entre las que tienen una fractura previa o no han sufrido ninguna, se evidencia que aquellas que han sufrido una fractura tienen mucho mayor riesgo de una nueva

“De manera que lo que se ha visto ­-comentaba la doctora- es que, cuando una paciente tiene una fractura vertebral, la probabilidad de que en el año siguiente tenga una nueva, también vertebral, es cercana al 20 por ciento, pero no solo vertebral, sino que también tiene mayor riesgo de nuevas fracturas en cualquier localización (25%)”.

¿Cuándo se producen las fracturas siguientes?

La evidencia científica con la que se cuenta establece, en líneas generales, que el riesgo es más elevado en los dos primeros años y que posteriormente va disminuyendo. “Pero incluso a los 10 años, la fractura previa continúa siendo un predictor importante de mayor riesgo”, recalcaba la especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.

“En un estudio de 2019 observaron el riesgo de fractura en mujeres mayores de 65 años tras haber sufrido ya una fractura y vieron que, cuando se analizaban todas, un 10 por ciento sufriría una nueva al año, un 18 por ciento a los dos años y un 31 por ciento a los 5 años. También el mismo autor señalaba que, cuando se produce una fractura vertebral, un 14 por ciento de las pacientes tendrán una nueva fractura de cualquier localización al año, un 25 por ciento a los dos años y un 40 por ciento a los 5 años, lo que quiere decir que, en este último periodo de tiempo, la mitad de las mujeres habrán sufrido otra fractura”, apuntaba la doctora Carbonell.

Una oportunidad

Para intentar abordar de manera correcta esta situación, y conectando con la primera reflexión de esta experta, los niveles de investigación de los pacientes y de tratamiento deberían ser más altos, porque, además, como concluye otro estudio de EEUU, “la fractura incidente es una oportunidad”. Esto se explica porque si se conoce la probabilidad de que se tengan nuevas fracturas, el hecho de que exista una fractura previa ayuda a modificar el curso de la enfermedad y reducir el riesgo.

“La fractura incidente es una oportunidad”

Sin embargo, para la doctora Carbonell no vale con establecer un tratamiento estándar para todas las pacientes, sino que hay que “hacer un traje a medida”, es decir, estratificar e individualizar.

Con ella coincidía el doctor Xavier Nogués, especialista en el Servicio de Medicina Interna del Hospital del Mar (Barcelona): “Lo más importante es identificar al paciente con alto riesgo de fractura, individualizar a cada uno el tratamiento y tener claro que al discontinuar este va a haber una disminución de la masa ósea y por lo tanto tenemos que controlar su evolución”. El doctor Nogués hacía hincapié también en este aspecto sobre todo teniendo en cuenta la relación “importante” con la mortalidad, ya que se ha demostrado que, a mayor riesgo de fractura, mayor riesgo de fallecimiento.