Las crisis epilépticas solo están presentes en el 30 por ciento de los pacientes
Redacción
El 24 de mayo se celebraba el Día Nacional de la Epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más comunes y que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), padecen unas 400.000 personas en España. Además de su elevada prevalencia, es una enfermedad que conlleva una alta morbilidad, deterioro en la calidad de vida y estigma social, y a pesar de que cada año se diagnostican unos 20.000 nuevos casos en España, aún hay un porcentaje importante de pacientes sin diagnosticar: la demora en el diagnóstico de la epilepsia puede alcanzar los 10 años.
“Tradicionalmente asociamos esta enfermedad a padecer crisis de pérdida de conocimiento con convulsiones y/o rigidez, sin embargo, esto solo está presente en el 30 por ciento de los pacientes. Desconexión del entorno, experimentar movimientos anormales en alguna parte del cuerpo o presentar falta de respuesta a los estímulos, son también otras manifestaciones de las crisis epilépticas muy habituales en los pacientes, que no siempre se relacionan con esta enfermedad, lo que hace que hasta un 25 por ciento de las crisis pueden pasar inadvertidas tanto por los pacientes como por sus familiares”, explica el doctor Juan José Poza, Coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la SEN. “Por lo tanto, eliminar esta visión simplista de la enfermedad, es el primer paso para mejorar los tiempos de diagnóstico”.
“Tradicionalmente asociamos esta enfermedad a padecer crisis de pérdida de conocimiento con convulsiones y/o rigidez, sin embargo, esto solo está presente
en el 30 por ciento de los pacientes”
Pero, además, se estima el número de diagnósticos falsos positivos en esta enfermedad es bastante alto y que podría llegar hasta al 18 por ciento de los casos. “Con un correcto diagnóstico y seguimiento de los pacientes, en más de un 70 por ciento de los casos se consigue controlar la enfermedad gracias al tratamiento farmacológico existente. Sin embargo, y a pesar de que en los últimos años se ha producido un importante incremento de las opciones terapéuticas para tratar la epilepsia, aún existe un 25 por ciento de personas que padecen epilepsia que no responden a los tratamientos disponibles”, comenta el doctor Poza. “Para estos casos de epilepsia farmacorresistente puede valorarse el tratamiento quirúrgico, y entre el 55-85 por ciento de los casos se consiguen buenos resultados. Sin embargo, no todos los pacientes cumplen con los criterios que les permiten beneficiarse de la cirugía, por lo que sigue siendo muy necesario la investigación en tratamientos más efectivos para esta enfermedad”.
La epilepsia es la segunda patología neurológica en años de vida potencialmente perdidos o vividos con discapacidad porque, a pesar de que dispone de tratamiento, la expectativa de vida de los pacientes con epilepsia se ve reducida entre 2 y 10 años, su tasa de mortalidad es entre 2 y 3 veces mayor que la de la población general y el 60 por ciento de los pacientes asocian trastornos psiquiátricos, neurológicos o intelectuales. Se trata, por lo tanto, de una enfermedad que tienen un alto impacto socio-sanitario: solo en Europa, y teniendo en cuenta que afectaría a unos 6 millones de habitantes, el coste supera los 20 billones de euros al año.
Aunque puede aparecer a cualquier edad, su incidencia es mayor en niños y en personas mayores, lo que hace que no solo sea la tercera enfermedad neurológica más frecuente en el anciano, sino que se trata del trastorno neurológico más frecuente en niños.
COVID-19 y Epilepsia
La COVID-19 también ha tenido impacto en los pacientes con epilepsia. Algunos estudios que se presentaron en la última Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología apuntan a que, al menos durante los primeros meses de la pandemia, casi el 30 por ciento de los pacientes españoles experimentaron un aumento de la frecuencia de sus crisis, un incremento que ha podido ser debido a que casi un 50 por ciento de las personas que padecen epilepsia reconocieron haber estado más ansiosos o deprimidos y un 43 por ciento haber tenido problemas de sueño.
Al menos durante los primeros meses de la pandemia, casi el 30 por ciento de los pacientes españoles experimentaron un aumento de la frecuencia de sus crisis
Y es que, tanto el estado anímico como la falta de sueño, son factores de riesgo para el aumento de la frecuencia de crisis epilépticas. Algo que también puede explicar datos de otros estudios españoles que apuntan a que, y también al menos durante los primeros meses de pandemia, aumentó el número de personas que experimentó su primera crisis.
Por otra parte, también en la Reunión Anual de la SEN se presentaron datos que señalan que los pacientes que acudieron a Urgencias con estado epiléptico durante este periodo tuvieron un peor pronóstico, quizás por el miedo y por retrasos a la hora de acudir a los centros hospitalarios. De hecho, dos de cada diez pacientes con epilepsia aseguran haber evitado las urgencias en el último año, a pesar de que las crisis epilépticas suponen el 1 por ciento de las consultas en los Servicios de Urgencias y el 15 por ciento de las urgencias neurológicas. La epilepsia es, tras el ictus, la segunda causa más frecuente de atención neurológica en Urgencias.
“Lo que parece claro es que la pandemia COVID-19 ha tenido y tiene efectos colaterales sobre el control de crisis y que aspectos como padecer epilepsia tumoral, epilepsia farmacorresistente, problemas de insomnio o ansiedad, suponen mayor riesgo para el aumento de la frecuencia de crisis. En este sentido, potenciar la actividad física, mejorar la higiene del sueño y asegurar un correcto seguimiento por parte del médico, ya sea vía telefónica o presencial, a estos pacientes puede ayudar a minimizar el riesgo”, subraya el doctor Poza.
“Potenciar la actividad física, mejorar la higiene del sueño y asegurar un correcto seguimiento por parte del médico, ya sea vía telefónica o presencial, a estos pacientes puede ayudar a minimizar el riesgo”
Finalmente señalar que padecer COVID-19 puede asociarse a que pacientes predispuestos sufran crisis epilépticas. Más de un 11 por ciento de los casos introducidos por los neurólogos españoles en el Registro COVID-19 de la SEN corresponden a casos de pacientes con COVID que sufrieron crisis epilépticas y el 84 por ciento de los neurólogos informantes atribuyeron una causalidad probable de estas crisis a la COVID-19, bien por afectación primaria, o secundaria debida a una complicación producida por el virus.
Vacuna contra la COVID-19 y Epilepsia
Actualmente, no existe evidencia de que la vacuna por sí misma induzca o desencadene crisis epilépticas y no hay contraindicación específica para recibir la vacuna por el hecho de tener epilepsia o tomar fármacos antiepilépticos.
Por otra parte desde la SEN se recuerda que, de forma general y como reacción a cualquier vacuna, ésta puede producir síntomas comunes de resfriado o fiebre y que en algunos pacientes, sobre todo en niños, la fiebre puede facilitar la aparición de crisis epilépticas. Ante estos casos se deben tomar las medicinas habituales para la fiebre y, en caso de duda, consultar a su médico.