Todavía existen necesidades no cubiertas en el cuidado de los pacientes con insuficiencia cardiaca

Avanzar hacia un diagnóstico precoz y en tratamientos son dos de las asignaturas pendientes

Redacción

Con motivo del segundo encuentro del VIII Foro de Salud Cardiovascular para Pacientes y Familiares de 2021, organizado por la Fundación Española del Corazón (FEC) con la colaboración de Astrazeneca, el doctor Ramón Bover Freire, cardiólogo del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, ha explicado que la insuficiencia cardiaca es una auténtica epidemia cardiovascular, ya que su incidencia y prevalencia no han dejado de aumentar en las últimas décadas. Esto se debe a numerosos factores, entre ellos el envejecimiento progresivo de la población y la mayor supervivencia de los pacientes con enfermedades cardiovasculares. Esta enfermedad afecta, aproximadamente, a un 15 por ciento de la población española mayor de 75 años”.

“La insuficiencia cardiaca es una auténtica epidemia cardiovascular, ya que su incidencia y prevalencia no han dejado de aumentar en las últimas décadas”

Los factores relacionados con su aparición son múltiples, destacando la presencia de los factores de riesgo cardiovascular tradicionales (hipertensión arterial, diabetes mellitus, tabaquismo, obesidad…) y de enfermedades cardiovasculares previas, como la cardiopatía isquémica o las valvulopatías, entre otras. Sin embargo, prevenir su aparición es posible, “con el control de los citados factores de riesgo cardiovascular, la prevención de enfermedades cardiovasculares que pueden ocasionar insuficiencia cardiaca y promocionando estilos de vida saludables, como la práctica de ejercicio físico. Todo esto lleva a reducir el riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca”, ha destacado el doctor Julio Núñez Villota, cardiólogo del Hospital Clínico Universitario de Valencia.

Prevenir su aparición es clave porque, una vez establecida, su pronóstico es malo. “Peor que el de muchos de los cánceres más habituales. Uno de cada dos pacientes con insuficiencia cardiaca fallece a los cinco años del diagnóstico”, ha apuntado el doctor Bover Freire.

Necesidades no cubiertas y retos

En las últimas décadas, se han desarrollado programas específicos en las distintas Comunidades Autónomas para atender a los pacientes con insuficiencia cardiaca crónica. “El seguimiento del paciente estable se realiza en Atención Primaria, mientras que los pacientes con necesidad de más cuidados, o más graves, se atienden en unidades de insuficiencia cardiaca en el entorno hospitalario”, ha subrayado el cardiólogo del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.

Sin embargo, existen aún necesidades no cubiertas en el cuidado de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Por ejemplo, según el doctor Núñez Villota: “Hemos de avanzar en el diagnóstico para hacerlo más precoz y específico, y en el tratamiento. En cerca del 50 por ciento de nuestros pacientes no hay estrategias terapéuticas de eficacia contrastada”.

Existen aún necesidades no cubiertas en el cuidado de los pacientes

con insuficiencia cardiaca

El especialista en cardiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia destaca también que hay que ampliar “nuestra visión sobre lo que es eficaz, incluyendo la perspectiva de los pacientes, y conseguir su empoderamiento, lo que solo se consigue con educación”.

Para conseguir una mejora en la cobertura de esas necesidades el doctor Núñez Villota considera fundamental crear conciencia social sobre el problema. Y es que la insuficiencia cardiaca es una enfermedad que repercute intensamente sobre la calidad de vida, la capacidad funcional y el pronóstico de quienes la padecen. “Solo de esta manera conseguiremos suficiente impulso para promover más investigación y la creación de circuitos asistenciales específicos para estos pacientes”, ha señalado.

“Los profesionales que nos dedicamos a la insuficiencia cardiaca nos encontramos ante numerosos retos que hemos de afrontar con solvencia. Por ejemplo, un número creciente de pacientes de perfil más desfavorable. Concretamente, cada día nos enfrentamos ante una población de mayor edad y comorbilidad. Este último hecho, nos obliga a reconfigurar objetivos terapéuticos, priorizando la ‘calidad de vida’. Por último, hay que conseguir que el paciente se involucre más activamente en la toma de decisiones sobre su enfermedad”, ha concluido este especialista.