El paciente tiene que comprender de manera adecuada la situación por la que está pasando
Laura Chivato Isabel
La actitud frente a los diferentes retos que se presentan en el día a día es importante a la hora de afrontarlos y más cuando se padece una enfermedad crónica con la que se va a convivir durante toda la vida. En este sentido, los pacientes con glaucoma pueden adoptar dos comportamientos: no hacer nada o, por el contrario, “coger las riendas y salir adelante”, según Amaia Casteig, directora Corporativa & Proyectos del Grupo OAT y especialista en Coaching. Esta experta recordaba durante el Taller para Pacientes y Familiares ‘Convive con el Glaucoma’, desarrollado en la Fundación ONCE (Madrid) y organizado por el Grupo OAT y la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares (AGAF) con el patrocinio de Santen, que para ir dando pasos y mejorar en este aspecto es necesaria la formación y concienciación en la patología, porque de esta manera se podrá mejorar la adherencia y, con ello, la calidad de vida.
“Es clave que los pacientes se sientan protagonistas de su vida y elijan la actitud con la que quieren afrontar las distintas situaciones que se les presentan, y para ello deben preguntarse: “¿Qué está en mi mano para ser adherente?”, “¿Qué puedo hacer yo para sentirme mejor?””, señalaba Casteig.
Una de las claves que mencionaba la directora Corporativa & Proyectos del OAT es que el paciente con glaucoma tiene que comprender de manera adecuada la situación por la que está pasando y qué otros aspectos se engloban dentro de esta. Por ejemplo, recalcaba que no es solo fundamental autoadministrarse de forma correcta las gotas y cumplir con el horario, sino también seguir ciertos hábitos de vida saludable, como hacer algún tipo de ejercicio físico o no fumar, entre otros.
“Y es que existen tres tipos de personas -tal y como apuntaba Casteig-: las que no hacen, las que lo intentan (mismo resultado que no hacer) y las que hacen, porque, aunque sean pequeños pasos, es como se van a conseguir los resultados”.
Con respeto, pero sin miedo
En esta línea, Rubén Sánchez, óptico optometrista del Hospital Clínico San Carlos (Madrid) y también participante del taller, hacía hincapié en que el glaucoma es una enfermedad que hay que afrontar con respeto, pero sin miedo: “En la mayoría de los casos, siguiendo correctamente el tratamiento prescrito y acudiendo a las revisiones periódicas con su glaucomatólogo, se puede convivir con la enfermedad sin que repercuta significativamente en su calidad de vida”.
No obstante, tal y como destacaba durante la apertura de este evento Marta de la Torre, vicepresidenta de AGAF, dada la característica de la enfermedad (en la mayoría de los casos silente), el paciente se olvida de ponerse las gotas porque no siente mejoría, “y esto a la larga lógicamente tiene sus consecuencias y muy graves”.
Por ello, además de comentar diferentes consejos, Sánchez ofreció a los pacientes que acudieron al taller las claves para una correcta autoadministración (o si es un tercero quien va a aplicar el tratamiento):
- Comprobar la caducidad y estado del colirio para que las propiedades del tratamiento no se pierdan y pueda hacer su efecto.
- Lavarse las manos, preferiblemente con agua y jabón y, si no es posible, con soluciones hidroalcohólicas para tener las manos desinfectadas.
- Colocarse en una postura cómoda e inclinar la cabeza hacia atrás.
- Crear un surco en mitad del párpado inferior y dejar caer una gota -es importante cerrar el ojo suavemente-. Según Sánchez, hay que mantenerlo con el dedo índice un tiempo “prudencial” (durante 3 minutos), apretando el punto lagrimal para que el tratamiento de la gota permanezca en el ojo y haga su efecto.
- Retirar el tratamiento sobrante con una gasa.
Único factor de riesgo modificable
Seguir estos pasos es fundamental teniendo en cuenta el papel que juega la presión intraocular en el glaucoma, ya que se trata del único factor de riesgo modificable precisamente a través de la adherencia al tratamiento, como subrayaba el doctor Federico Sáenz-Francés, oftalmólogo especialista en Glaucoma del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
“El tratamiento de esta enfermedad consiste en reducir la presión intraocular para detener el avance del daño en el nervio óptico. Esta reducción se consigue mediante la administración de colirios, aunque en ocasiones se puede precisar tratamiento con láser o cirugía para conseguir una presión intraocular adecuada”, detallaba Sáenz-Francés.
El doctor comentaba que, independientemente de padecer glaucoma o no, la presión intraocular es necesaria para que el ojo, al parpadear, aguante en su forma: “Por ello, el ojo produce un líquido detrás de la pupila, que va fluyendo, pasa a la parte anterior y drena por el ángulo que forma el iris y la córnea”.
“El problema que existe en el glaucoma -explicaba Sáenz-Francés-, es que de una manera u otra, hay una restricción a la salida de este líquido en su zona de drenaje, en el ángulo que forman el iris y la córnea. Esta obstrucción puede ser de distintos tipos: puede ser porque el ojo es pequeño y el iris y la córnea están muy pegados, lo que sería un glaucoma por cierre angular o de ángulo estrecho; o puede ser porque hay una obstrucción microscópica del drenaje, esto sería glaucoma de ángulo abierto”.