Los pacientes con dolor están insatisfechos por la ausencia de tratamientos al margen del farmacológico

Solo en un 49 por ciento de los casos se recomienda la realización de ejercicio físico

Laura Chivato

Convivir con una enfermedad crónica ya condiciona notablemente el día a día del paciente, y si a esta situación se le añade que la propia patología provoca un dolor que se acaba cronificando, la calidad de vida se ve seriamente mermada. Tanto es así que, en el 84 por ciento de los casos, las personas afectadas por dolor crónico tienen “algunos problemas” para realizar ciertas actividades cotidianas o “les resulta imposible”, según el estudio ‘El dolor en la enfermedad crónica desde la perspectiva del paciente’, desarrollado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) y la Sociedad Española del Dolor (SED). Por tanto, sería impensable que los profesionales sanitarios no ofrecieran todas las alternativas posibles para mejorar la calidad de vida del paciente, pero, como demuestra este estudio, esto no es así. Además, “hay una insatisfacción generalizada en este sentido”, según Carina Escobar, presidenta de la POP.

La ausencia de prescripción de tratamientos al margen del farmacológico -como pueden ser los hábitos saludables- queda reflejada en el estudio, pues solo en un 49 por ciento de los casos se recomienda la realización de ejercicio físico (natación, relajación y otros tipos de ejercicio). En el caso del tratamiento farmacológico, este es ofrecido a un 80 por ciento de los pacientes, aunque solo el 75 por ciento manifiesta tomarlo.

“Solo en un 49 por ciento de los casos se recomienda la realización de ejercicio físico (natación, relajación y otros tipos de ejercicio)”

Para la doctora Concha Pérez, portavoz de la SED y jefe de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de la Princesa, estos hábitos saludables, cuyos pilares básicos son la buena dieta y el ejercicio, son fundamentales; el paciente debe implicarse y cambiar estos por un estilo de vida más sano. “Este último no es un objeto pasivo que llega a la consulta y al que tú le das medicamentos y diferentes técnicas. En realidad, tiene que entender que la salud es suya y que la mayor parte de la terapia está en sus manos. A mis pacientes yo les prescribo en el tratamiento por escrito -y en letra mayúscula- hábitos saludables”, explica la doctora.

No obstante, esto no sucede ‘de la noche a la mañana’, sino que se trata de un procedimiento por el que pasa el paciente en el que la formación y la información deben estar presentar como una herramienta de ayuda.

Por ello, como defiende la presidenta de la POP, “es fundamental generar información y recursos dirigidos a pacientes con dolor desde la perspectiva global de las enfermedades crónicas para promover el conocimiento necesario que ayude a minimizar el impacto del dolor en sus vidas. Ello incluye, por supuesto, el tratamiento farmacológico necesario, pero también hábitos de vida saludable, adherencia terapéutica, etc.”. Esto cobra más importancia si se tienen en cuenta los datos del estudio: alrededor del 70 por ciento de los pacientes encuestados sufre ansiedad o depresión; tiene un rendimiento laboral o académico menor de lo habitual y dificultad para realizar actividades; 6 de cada 10 personas manifiestan problemas para caminar y 4 de cada 10 encuentran limitaciones al asearse y/o vestirse. “Que el conjunto de la sociedad incorpore hábitos y prácticas saludables es importante, independientemente de sufrir o no una patología. Pero en el caso de pacientes con patologías crónicas estos hábitos son vitales”, resalta Escobar.

“Alrededor del 70 por ciento de los pacientes encuestados sufre ansiedad o depresión”

Precisamente este estudio se puso en marcha con el objetivo de conocer y acercarse a la situación real del dolor crónico en España para, posteriormente, ofrecer recomendaciones que puedan ayudar a los diversos equipos profesionales a abordar con garantías el tratamiento de la enfermedad crónica. “Se trata de una investigación que busca provocar cambios en las políticas sanitarias y sociales, teniendo en cuenta el impacto que tiene el dolor en las personas que lo sufren”, señala Escobar.

Necesaria derivación a las UDOC

Uno de estos cambios pasa por una mejora del diagnóstico del dolor crónico, ya que hasta un 40 por ciento de las personas que participaron en el estudio no habían obtenido este. Entre los principales problemas: la formación y la ‘subjetividad’ característica del dolor. “El principal hándicap a la hora de diagnosticar el dolor crónico es que, por un lado, los médicos hemos sido formados para tratar entidades concretas de diagnóstico, que hace difícil entender fenómenos como el dolor persistente (aquel que permanece después de que desaparezca la causa que lo ha originado) o la sensibilización central (con fenómenos como los cambios en la expresión de dolor y el hecho de que se amplifique entre otros conceptos); y por último, el hecho de que el dolor sea algo sin parámetros de medida estándar en la clínica diaria y, por lo tanto, dependientes de la persona que interpreta la información que da el paciente”, detalla la doctora Pérez.

Hay que tener en cuenta que el dolor suele estar asociado a otra patología crónica, siendo las más frecuentes las musculoesqueléticas, especialmente las asociadas a columna lumbar y cervical y también las artrosis de articulaciones como la cadera y la rodilla; las cefaleas y el dolor visceral; y por último, el dolor neuropático. Según la doctora Pérez, esta última patología es importante también porque, aunque la prevalencia en población general es de un 7-8 por ciento, es más difícil de tratar y requiere a menudo de terapias combinadas y de una derivación temprana a Unidades de Dolor.

Sin embargo, el problema que surge de la falta de formación es que los pacientes no son derivados correctamente a las Unidades de Dolor (UDOC) -el 62 por ciento nunca ha sido derivado-, unido a la carencia de estas -en España hay un total de 616 hospitales públicos sin estas unidades-. Además, muchas de las UDOC están infradotadas de medios y de personal, lo cual, según la portavoz de la SED, “supone un problema de salud en nuestro país”. “Por otro lado –añade-, las largas listas de espera que existen y la falta de criterios estandarizados de derivación producen una gran inequiedad en el SNS”.

El 62 por ciento de los participantes nunca ha sido derivado a Unidades de Dolor

A pesar de esto, el total de la población que padece dolor crónico es de un 20 por ciento y sería insostenible que las escasas UDOC existentes vieran al porcentaje completo. Por ello, tanto la presidenta de la POP como la especialista en dolor coinciden en que es fundamental la formación de todos los profesionales sanitarios, para así abordar al paciente de una manera integral que permita una detección y un tratamiento precoz y, por ende, una correcta derivación a las Unidades de Dolor.

Asociacionismo y dolor

Un dato también llamativo que se desprende del estudio evidencia que en el 71 por ciento de los casos la persona con dolor no está asociada a ninguna organización de pacientes, a pesar de que lleva 12 años de media conviviendo con una enfermedad crónica y 14 con dolor.

La presidenta de la POP prefiere ver este dato desde un lado más positivo. Es decir, el 71 por ciento no pertenece a ninguna asociación, pero eso significa que el otro 30 por ciento sí, un buen dato comparado con la media de entidades, según Escobar.

“En cualquier caso, actualmente las redes sociales han democratizado mucho el acceso a la información de interés. Aunque el paciente no pertenezca a ninguna organización, las entidades llegan a muchas más personas, no solo a las que están asociadas. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para continuar informando y formando porque todavía queda mucho por hacer en este sentido”. En esta línea, uno de los papeles más importantes que juegan las organizaciones de pacientes es ayudar a estos a ser capaces de identificar toda clase de noticias falsas que circulan por la red. Por ello, la POP participa en la iniciativa #SaludSinBulos, que tiene como objetivo combatir los bulos de salud en Internet y contribuir a que exista información veraz y contrastada sobre salud en la red.

“Tenemos que aprovechar esta oportunidad para continuar informando y formando porque todavía queda mucho por hacer en este sentido”

“Creemos que desde las asociaciones de pacientes podemos aportar nuestro conocimiento y herramientas para que los pacientes podamos identificar las informaciones erróneas que aparecen en la red y a la vez derivarles a fuentes fidedignas. Es una cuestión también de formación, tener criterio, para que podamos asumir e interpretar tanta información a la que podemos acceder y saber identificar lo que tiene una base científica de lo que no”, destaca Escobar.

Con todo, la proliferación de Internet no ha hecho que el face to face, el contacto con profesionales o con aquellos que comparten patología desaparezca pues, según el estudio, el médico especialista (51%) y las organizaciones de pacientes (41%) son las principales fuentes de información sobre dolor. Y no se queda ahí, ya que los pacientes están interesados en recibir más información sobre el tratamiento del dolor (70%) y técnicas de relajación (51%).