Durante el estudio se comprobaron un total de 1.125 líneas de tratamiento
Laura Chivato
Uno de los principales problemas cuando se trata de pacientes crónicos pluripatológicos complejos (PCC) es la polimedicación, ya que en ocasiones tener prescritos varios fármacos puede dar lugar a complicaciones y provocar que el paciente no sea adherente al tratamiento. Estos problemas podrían mejorarse si se llevaran a cabo intervenciones formativas y asistencias informáticas que facilitaran el manejo en este tipo de pacientes, así como la creación de equipos multidisciplinares que integren a todos los profesionales de los diferentes niveles asistenciales implicados en el cuidado.
Estas son las conclusiones del estudio ‘Prevalencia de problemas relacionados con la medicación en pacientes crónicos pluripatológicos complejos y oportunidades de mejora’ llevado a cabo por un grupo de farmacéuticos del Hospital Universitario Río Ortega de Valladolid y publicado recientemente. Para esta investigación se revisaron 85 pacientes pluripatológicos complejos con receta electrónica atendidos en la consulta de la Unidad de Continuidad Asistencial (UCA), en su mayoría mujeres (53,7%) con una media de edad de 83,7 años y comprobando un total de 1.125 líneas de tratamiento.
Durante el estudio se localizaron 368 problemas relacionados con la medicación (PRM) detectados en resultados negativos asociados a la misma (RNM), agrupados en tres tipos: de necesidad (34%), de seguridad (25%) y de efectividad (41%). Algunos de estos estaban relacionados con tratamientos duplicados, efectos adversos, dosis o pautas horarias erróneas o indicación caducada, entre otros. En cuanto a las áreas terapéuticas, los investigadores encontraron que aquellas donde se concentraron los problemas más prevalentes eran el uso de hipnóticos a largo plazo (23,5%), la analgesia subóptima (23,5%), el tratamiento antidepresivo optimizable (14,1%), el uso de estatinas en mayores de 75 años en prevención primaria (9,4%) y con dosis de alta intensidad en prevención secundaria (4,7%), pacientes con diagnóstico de insuficiencia cardiaca sin inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) en su tratamiento (10,6%) y el uso de inhibidor de la bomba de protones (IBP) sin indicación válida (8,2%).
Aunque no es el primer estudio que se realiza en este ámbito, los pacientes no llegan a ser comparables ya que, en este caso, estos tienen una media de edad más elevada y un mayor número de fármacos prescritos. Además, en relación a las áreas terapéuticas, dos de ellas: hipnóticos a largo plazo y uso inadecuado de IBP -las que más problemas concentraron en este estudio-, se han documentado previamente como las más prevalentes. “Sin embargo, han sido detectadas otras áreas con una frecuencia de PRM elevada y susceptible de estudio”, argumentan los investigadores.
De junio a diciembre
Para llegar a estos resultados, desde el Hospital Río Ortega llevaron a cabo un estudio observacional descriptivo y prospectivo de prevalencia de problemas relacionados con la medicación en este tipo de pacientes atendidos en la Unidad de Continuidad Asistencial entre junio y diciembre de 2016. Según cuentan en la investigación, la metodología de trabajo se acordó en reunión conjunta de la dirección médica del centro, los internistas responsables de la UCA y el Servicio de Farmacia para cumplir con un objetivo del plan anual de gestión de Castilla y León.
Como se ha comentado anteriormente, los pacientes a incluir fueron aquellos que disponían de receta electrónica, para que un farmacéutico hospitalario revisara cada historia clínica electrónica, tanto en Atención Primaria como especializada. Durante esta revisión, se comprobaron diferentes ítems en relación con el tratamiento como la indicación actual, válida y recogida en su historia clínica, la ausencia de duplicidades o la ausencia de interacción con otros fármacos o patología previa, entre otros.
Se comprobaron diferentes ítems en relación con el tratamiento como la indicación actual, válida y recogida en su historia clínica, la ausencia de duplicidades o la ausencia de interacción con otros fármacos
“Los problemas relacionados con la medicación se comunicaron, con sus propuestas de resolución, al médico responsable de la UCA a través del correo electrónico, el día previo a la cita del paciente. Éste valoró y decidió si aplicaba las propuestas para la corrección de los PRM detectados. Si las aceptaba, las incorporaba en la historia clínica electrónica del paciente, si no las aceptaba o consideraba que debían ser valoradas por el médico de Atención Primaria, se ponía en contacto con el farmacéutico telefónicamente”, explican en el estudio.
Dos de los sesgos que apreciaron los investigadores estaban precisamente relacionados con este último asunto: el hecho de que únicamente el 45 por ciento de los pacientes citados en la consulta de la UCA disponían de receta electrónica y que el médico de la UCA consideraba que la mayoría de las recomendaciones (64,7%) debían ser valoradas por el médico de Atención Primaria, de las que, como afirman en el estudio, desconocen el grado de aceptación.