El 54,9 por ciento de los pacientes con esta patología no son adherentes a los tratamientos
Laura Chivato Isabel
El pasado martes 7 de mayo se celebró el Día Mundial del Asma, una enfermedad que en España afecta a un 5 por ciento de los adultos y a un 10 por ciento de la población infantil, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Otro dato, y que además llama la atención, es que entre un 60 y un 70 por ciento de los asmáticos no tiene bien controlada su patología, debido en parte a que esta es percibida como ‘temporal’. Por ello, una de las principales estrategias que se mencionan si se trata de abordar el asma es, según la doctora Lorena Soto, alergóloga del Servicio de Neumología y Alergia del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, insistir en que es una enfermedad crónica, no solo a los pacientes, sino también a los profesionales sanitarios.
Esto es importante ya que, si no es percibida como una patología con la que se va a convivir toda la vida, los pacientes asumen que sus síntomas son ‘normales’ y no toman los tratamientos adecuadamente. Sin embargo, tal y como recuerda la doctora, el tratamiento del asma “no descansa”, o al menos no debería descansar, pues según el Análisis Nacional de Adherencia al Tratamiento del Grupo OAT, el 54,9 por ciento de los pacientes con esta patología no son adherentes.
“En parte es porque el paciente lleva una dinámica en la que la enfermedad realmente se mueve como ‘silenciosa’, es decir, están muy habituados a tener una sintomatología que ellos perciben como normalidad y cuando están en estabilidad es muy fácil que abandonen el tratamiento”, explica la especialista.
“Están muy habituados a tener una sintomatología que ellos perciben como normalidad y cuando están en estabilidad es muy fácil que abandonen el tratamiento”
“Es un trabajo -añade- en el que nosotros mismos tenemos que estar insistiendo en el día a día. A veces son pacientes muy jóvenes que no quieren sentirse como enfermos crónicos cuando tienen 20/30 años, por ello es importante que les llevemos de la mano y hacer mucho hincapié en el mensaje de: vamos juntos, no te preocupes, porque siguiendo tu tratamiento de base todo va a ir bien y vas a tener mucha calidad de vida”.
Con ella coincide el doctor Francisco Álvarez, coordinador del Área de Asma de SEPAR: “Es necesario concienciar a los pacientes de que el asma es una enfermedad crónica y, que como tal, el cumplimiento del tratamiento es fundamental para el control de la enfermedad y para que el paciente pueda tener una mayor calidad de vida”.
En este sentido, el no cumplir con los tratamientos tiene diversas implicaciones, no solo aquellas más graves, como pueden ser exacerbaciones o ingresos hospitalarios por una crisis, sino también las que afectan al día a día del paciente como, por ejemplo, no poder realizar determinadas actividades ya que la capacidad pulmonar va disminuyendo. E incluso, todo ello puede desencadenar en ansiedad y depresión, trastornos “frecuentes” asociados al asma, según un estudio en el que participó el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES).
Educación y medicina personalizada
Al ser preguntada por cómo se podría ‘convencer’ al paciente de que es necesario que tome la medicación -y de manera adecuada-, la doctora Soto lo tiene claro: a través de la educación. Pero no solo a los pacientes, a quienes hay que formar, además en relación a conocer la enfermedad, en cuanto a que si sospechan que sus síntomas pueden esta relacionados con el asma acudan al médico; sino también a los profesionales sanitarios para que conozcan sus propias herramientas.
“La piedra angular es la terapia inhalada, y estamos en una época en la que tenemos muchos tipos de inhaladores, pero no todos ellos son para cada tipo de paciente; es medicina personalizada, ver el perfil del paciente, ver sus habilidades, tener en cuenta lo que ellos opinan sobre el tratamiento y, en base a eso, encontrar el inhalador idóneo para que el paciente se sienta cómodo y vaya evolucionando sin abandonar el tratamiento”, apunta la doctora.
“Es medicina personalizada, ver el perfil del paciente, ver sus habilidades, tener en cuenta lo que ellos opinan sobre el tratamiento y, en base a eso, encontrar el inhalador idóneo”
Pruebas complementarias
Otro de los hándicaps que se presentan a la hora de hablar de asma es que, a pesar de que es una patología “muy conocida” por la mayoría de los médicos y especialistas, no todos los pacientes están diagnosticados. Esto es así ya que a veces los síntomas que están relacionados con el asma pueden ser muy similares a los de otras enfermedades, pero no por ello se traduce en que se padezca esta enfermedad, por lo que es necesario que, además de observar dichos síntomas, se realicen al paciente ciertas pruebas diagnósticas.
“El problema es que a veces nos quedamos solo en la clínica -recalca la doctora-. Por este motivo, tanto especialistas como Atención Primaria tenemos que ser muy conscientes de que el diagnostico tiene que ir acompañado de unas pruebas complementarias con una espirometría, con una función pulmonar, con pruebas de alergia para realmente llegar al diagnóstico final”.
Esto también puede verse apoyado por la existencia de Unidades Multidisciplinares de Asma, en las que se trata al paciente de manera “global” y no en diferentes ‘compartimentos estancos’, pues esta especialista reconoce que los propios profesionales cometen el error de enfocarse en “un solo sistema”. Además, hay que tener en cuenta que es una enfermedad en la que el alergólogo, neumólogo, Atención Primaria y enfermería, entre otros, tienen un papel importante en la educación antes mencionada, sobre todo cuando se trata de un asmático grave: “este no solo tiene alergia, sino también un problema de pérdida de capacidad pulmonar; o puede tener un problema de vía respiratoria superior o de rinitis grave, con pólipos nasales, donde habrá que trabajar en conjunto con los otorrinos; o apnea del sueño, y acudir a nuestros compañeros neumólogos para controlar bien esa enfermedad; e incluso, en otros niveles como digestivo, a veces son pacientes con obesidad y hay que hablar con el endocrino para ver cómo corregir esa obesidad y conseguir un mejor control del asma”.
No obstante, como ocurre en otras muchas patologías crónicas, la coordinación y el trabajo conjunto entre los profesionales sanitarios es lo ideal, pero no es la realidad.
“Es verdad que cada territorio o cada comunidad tiene sus limitaciones, pero por lo menos que se dé a conocer porque el problema es que a veces no hay suficientes consensos. Si así fuera se podría ayudar a los compañeros para que dentro de sus recursos puedan intentar llevarlo a cabo para hacer presión a la Administración, porque realmente necesitamos esto para que se controle mejor. De esta manera, además, nos beneficiamos todos, no solo la sociedad, sino también a nivel de los centros sanitarios, pues habrá menos gastos directos e indirectos”, subraya la doctora Soto.
“Es verdad que cada territorio o cada comunidad tiene sus limitaciones, pero por lo menos que se dé a conocer porque el problema es que a veces no hay suficientes consensos”