Más profesionales y más formación: educación diabetológica

II Congreso Nacional de la Federación Española de Diabetes (FEDE)

Laura Chivato

La diabetes es una enfermedad crónica en la que su control y gestión depende en más del 95 por ciento de la propia persona afectada, de su familia y de su entorno. Sin embargo, se habla de una carencia en la educación sobre esta patología, en la ‘educación diabetológica’, lo que provoca baja adherencia y, por ende, aumento de las complicaciones. Según Julián González, presidente de la Federación de Asociaciones de Diabetes de Canarias (FAdiCAN), el porcentaje de personas con diabetes tipo 2 que reconoce haber recibido en alguna ocasión educación terapéutica no llega ni al 20 por ciento. “Esta es la realidad, porque principalmente no tenemos profesionales formados y preparados para el desarrollo de esa educación a nivel global y, sobre todo, en Atención Primaria”, subrayaba durante el II Congreso Nacional de la Federación Española de Diabetes (FEDE).

El presidente de FAdiCAN sostuvo esta afirmación aportando unos datos bastante reveladores. Y es que, según estudios realizados en EEUU, de las 8.760 horas que vive una persona al año -tenga diabetes o no-, solo recibe durante este mismo periodo 6 horas de atención por parte de su médico y 12 por parte de su enfermera. “Es decir -aclaraba González-, si a las 8.760 horas le restas esas 18 horas, el resto de la enfermedad somos nosotros quienes la gestionamos”.

Sin embargo, Mercedes Gómez del Pulgar, directora del Instituto Español de Investigación Enfermera del Consejo General de Enfermería, puso en alza la labor de las enfermeras afirmando que el problema no era tanto la formación, sino el número de estas por habitante. Creo que sí que hay formación, creo que cada vez más. No quiere decir que no tengamos que seguir haciendo formación y a lo mejor una formación experta en este ámbito, pues evidentemente teniendo en cuenta el colectivo, el número de pacientes con diabetes que hay, la complejidad de la enfermedad y la cantidad de factores que influyen en el buen control, la educación terapéutica es parte del tratamiento y en esta parte del tratamiento tiene un peso muy importante la labor que hace enfermería”, explicaba.

No obstante, el número de enfermeras en España todavía “dista mucho” de lo que sería el número que se supone el adecuado, y más teniendo en cuenta el auge de las enfermedades crónicas debido al envejecimiento de la población, un escenario que podría considerarse “relativamente preocupante” para los próximos años. Incluso siendo el colectivo más numeroso dentro del resto de colectivos sanitarios en España, según Gómez del Pulgar, “hacen falta muchas enfermeras para poder dar respuesta a las necesidades de cuidados en pacientes crónicos”.

En cualquier caso, esta especialista quiso “tranquilizar” a los asistentes de la jornada recalcando que las enfermeras en España sí están preparadas y que la formación no se tiene que basar en enseñar todas y cada una de las situaciones que se van a encontrar en el día a día, sino en formar en la creación de su propia respuesta ante esas situaciones. “En ese sentido, creo que desde el Grado se forma en Educación para la Salud y luego las especialidades tienen módulos y tienen contenidos y competencias específicas en atención a crónicos”, señalaba.

Desde el punto de vista de Atención Primaria, y más centrándose en el paciente, coincidía el doctor Josep Franch Nadal, miembro del patronato de Fundación redGDPS, ya que él consideraba que el propio paciente tampoco tenía que formarse en todo lo que rodea a la diabetes, sino en aquello que para su propia salud fuera importante. El doctor Franch puso el ejemplo de que una persona que utiliza insulina tiene que tener conocimientos sobre lo que es una hipoglucemia; pero una persona que toma metformina, probablemente, no será necesario que los conocimientos sean tan profundos.

“Intentar poner toda la educación diabetológica en el mismo cajón es difícil porque siempre hay que individualizarla en función de las características de la enfermedad y el momento de evolución de esta y en función de las características de la persona. Al principio es más importante una serie de cosas y, posteriormente, son más importantes otras y el problema es saber qué es lo que hay que conocer en cada momento. Eso es algo que no se enseña”, argumentaba.

Cómo poder educar y a quién

Una de las herramientas que se encuentra dentro de la formación esperada a los profesionales sanitarios es la comunicación, mejorar la comunicación médico-paciente para que este último asuma toda la información de la enfermedad y sea capaz de controlarla.

Todavía se busca la fórmula ‘más óptima’ ya que, como resaltaba el doctor Franch, hace unos años el modelo que se seguía era el del médico paternalista o incluso autoritario, un modelo que a veces también funciona si se trata de un paciente que lo que quiere es hacer caso a su médico porque, digamos, se fía de él. Luego, por otro lado, en Inglaterra estaba un modelo en el que el paciente tenía la última decisión, aunque era un modelo que tampoco funcionaba siempre.

Ahora el modelo por el que se aboga es uno en el que las decisiones sean compartidas, que tanto el médico como el paciente se pongan uno en el lugar del otro. “Yo me tengo que poner en el otro lado, tengo que saber los miedos que tiene el paciente que está delante de mí, y este paciente también tiene que entender lo que yo le estoy contando. Es decir, tiene que existir comunicación y empatía, y ahí es cuando se consiguen los mejores logros”, argumentaba el doctor.

Si esto es así, será más fácil educar al paciente en cuanto hábitos de vida saludable y autogestión de la enfermedad. Sin embargo, hay que tener en cuenta también el perfil de este, ya que no es lo mismo formar a un niño que todavía no tiene costumbres adquiridas que a una persona anciana.

Cuánto mayor es la persona a la que se diagnostica una enfermedad crónica, que supone realizar un cambio de hábitos tan importante como son los hábitos que conllevan conseguir un buen control o un adecuado control en la diabetes, pues tal vez sea más complicado conseguir realmente una educación. Si nos referimos a la diabetes tipo 2, como la patología no duele, muchas veces se convive con ella mucho tiempo hasta que se diagnostica, como parece que no pasa nada, tal vez sea más difícil hacer ver que cuando los controles no están bien, eso repercute en la hemoglobina y, a su vez, en las complicaciones”, exponía Gómez del Pulgar.

Para el doctor Franch lo ideal por este mismo motivo sería empezar la educación sanitaria global, que no solo la de la diabetes, en las escuelas cuando se es pequeño, cuando es más fácil cambiar los hábitos.

Asociaciones de pacientes

Por ello, la labor que realizan las asociaciones de pacientes es fundamental. Según González, estas “llevan la bandera de la educación terapéutica y considera que todas ellas deberían contemplar en su plan de trabajo actividades y acciones para educar y apoyar a las personas con diabetes.

“En las cuatro asociaciones que componemos la Federación de Canarias, la línea principal de trabajo es la educación y atendemos a todos los grupos de edad. Además, hemos incorporado desde hace unos siete u ocho años una formación destinada a profesionales preferentemente de Atención Primaria, comentaba el presidente de FAdiCAN. “Para nosotros ­-añadía- es vital que cada Centro de Salud tenga por lo menos una unidad que gestione la diabetes de su entorno, que sirva de referente al resto de profesionales para ayudarlo, pero esto cuesta mucho. A la Administración le cuesta muchas veces entender esto porque no quieren hacer muchas más especialidades, pero esa es la realidad de lo que tenemos”.

También ayudan a los niños ofreciéndoles más estrategias para que puedan convivir con la enfermedad durante las colonias de verano. En este sentido, según González, es importante enseñarles a afrontar los retos y las dificultades propias de la diabetes.

Todo esto sin olvidar el apoyo que ofrecen las asociaciones, un apoyo de “incalculable valor”, tal y como calificaba este experto. Nadie va a entender mejor a una persona con diabetes que otra persona con diabetes, nadie va a entender lo que siente, lo que pasa, lo que ha dejado de pasar, los miedos, etc. Esa autoayuda no la va a dar el profesional sanitario por mucho que él quiera y ese es el gran valor que tenemos todos”, destacaba.