¿Valoramos a las personas mayores como se merecen? Reflexiones en torno a la Covid-19

La opinión de Raúl Vaca Bermejo, psicogerontólogo, coordinador técnico de Fundación Edad&Vida

¿Hemos pensado alguna vez en cómo determinamos el valor de las cosas? ¿Puede ser por el material de las que están hechas? Un anillo de oro no tiene el mismo valor que uno de papel. ¿Quizás por su diseño? ¿Por su antigüedad? Podríamos seguir introduciendo variables de manera realmente sencilla, ¿verdad?

Hagamos este ejercicio aplicándolo a personas. ¿Hemos pensado alguna vez cómo determinamos el valor de otras personas? ¿Qué criterios utilizaríamos? Quizás su nivel educativo y de formación, o su nivel económico, su aspecto físico, el color de su piel o el sexo biológico al nacer; a lo mejor es su edad.

“¿Hemos pensado alguna vez cómo determinamos el valor de otras personas?”

Seguro que nos sentimos incómodos intentando establecer diferencias entre personas con este ejercicio o, directamente, estamos convencidos de lo absurdo del mismo. Ahora bien, que pensemos que es absurdo y que, incluso, seamos firmes defensores de que todas las personas, por el simple hecho de serlo, tienen una dignidad inherente que otorga su valor y que todas son igualmente valiosas no significa que tratemos a todas las personas de igual forma o que, como sociedad, no primemos más a unas que a otras.

¿Cómo se ha tratado a las personas mayores durante la gestión de la crisis generada por la aparición del SARS-CoV-2? ¿Se les ha tratado de acorde con su valor?

La Mesa Estatal por los Derechos de las Personas Mayores señalaba que se han vulnerado estos derechos al ponerse en marcha actuaciones discriminatorias en el trato y atención por razón de edad. Además, se han tomado medidas uniformes para todas las personas sin tener en cuenta la globalidad y complejidad de sus necesidades ni la interrelación entre sus diferentes esferas. Esta falta de individualización es una forma de negar el valor diferencial de cada persona.

Por otro lado, el lenguaje tampoco es inocuo. ¿Cuántas veces hemos utilizado la expresión “nuestros mayores” o “abuelos”? Es curioso que únicamente utilicemos una expresión tan infantilizadora, paternalista y edadista como “nuestros” para los niños y para los mayores, diferenciándolos así del resto de los individuos. ¿Quizás porque los consideramos menos válidos y hay que protegerlos?

Lo que realmente debería guiarnos es una mayor conciencia social sobre el valor de todos los individuos y reconocer a todas las generaciones como indispensables para el mantenimiento de estado del bienestar que hemos construido colectivamente. Las personas mayores, con sus pensiones, han sustentado y sustentan a las familias en los peores momentos de crisis económica, con su tiempo permiten que los adultos más jóvenes concilien su vida laboral con la profesional, con sus reivindicaciones luchan por que los más jóvenes disfruten de los mismos derechos que ellos ya tienen adquiridos, etc. Por todo ello y más, es imprescindible que adquiramos consciencia de que nuestras comodidades y privilegios se las debemos a las personas que, antes que nosotros, han cimentado la base de nuestra sociedad.

“Lo que realmente debería guiarnos es una mayor conciencia social sobre el valor de todos los individuos y reconocer a todas las generaciones como indispensables para el mantenimiento de estado del bienestar”

Si somos capaces de adquirir esta consciencia social, reconoceremos el valor que las generaciones más mayores tienen en nuestra sociedad, y entenderemos que no podemos establecer ninguna medida que les excluya o vulnere sus derechos y, por lo tanto, cuidaremos con mayor respeto y calidad humana a las personas en situación de mayor vulnerabilidad. En un momento de absoluta excepcionalidad como el que nos ha tocado vivir, la forma en la que hemos tratado, protegido y cuidado a las personas en situación de mayor vulnerabilidad puede indicarnos el valor que les otorgamos.