Vejiga hiperactiva y calidad de vida: un reto de gran impacto

Los pacientes que siguen hábitos saludables son más adherentes al tratamiento

Laura Chivato

La vejiga hiperactiva (VH) es un problema médico y socio-sanitario de primer orden que afecta a más de 200 millones de pacientes y, sin embargo, es una patología infradiagnosticada e históricamente infravalorada -la OMS no la reconoció como enfermedad hasta el año 1998-. Se trata de una patología que afecta más frecuentemente a la mujer y que se incrementa conforme aumenta la edad. “A la incontinencia se la denomina la enfermedad silenciosa porque es una patología infradiagnosticada, los pacientes creen que es propia de su condición femenina y de la edad, tal y como han sufrido sus madres y sus abuelas”, según el doctor Luis Resel, jefe de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Sin embargo, ésta provoca un gran impacto en la calidad de vida del paciente, afectando a cualquier faceta de la actividad cotidiana, desde el punto de vista social, laboral, sexual, fisiológico o psicológico. Uno de los pacientes del doctor Resel cuenta que, aunque en su caso “tiene la suerte” de desarrollar su trabajo con relativa comodidad, a menudo suele pensar en la enorme dificultad que deben encontrar muchas personas en el día a día desarrollando trabajos incompatibles con la patología.

La VH provoca un gran impacto en la calidad de vida del paciente, afectando a cualquier faceta de la actividad cotidiana, desde el punto de vista social, laboral, sexual, fisiológico o psicológico

Según el ‘Análisis Nacional de la Adherencia al Tratamiento en Patologías Crónicas del Grupo OAT’, el 50,2 por ciento de los pacientes con vejiga hiperactiva es adherente, un dato alarmante si se tiene en cuenta que para controlar la enfermedad es fundamental seguir el tratamiento recomendando por el profesional sanitario, en el que no solo se incluyen pautas farmacológicas, sino también una serie de hábitos saludables fundamentales. “Estos hábitos están basados en las medidas higiénico dietéticas que se recomiendan en la primera fase del tratamiento de manejo conservador. Consisten en la pérdida de peso, reducir la ingesta de líquidos, evitar bebidas excitantes (café, té, alcohol) y la reeducación vesical (cada semana se intenta prolongar los intervalos entre micciones entre 15-30 minutos)”, subraya el doctor Resel.

Pero como reconoce este experto, y tal y como se ha evidenciado en el análisis del OAT, no todas las medidas se siguen. Por ejemplo, solo un 31 por ciento de los pacientes sigue una dieta para controlar el peso y lo hace por consejo médico en el 67,8 por ciento de los casos; y el 59,4 por ciento reconoce que no realiza ningún tipo de actividad física. Un dato positivo que desprende el estudio es que la mayoría de estos pacientes (59,7%) no fuma y casi un tercio es ex fumador (29,6%).

Hábitos saludables en VH

Este análisis ha puesto sobre la mesa otra conclusión reveladora, y es que aquellos pacientes que siguen hábitos saludables son más adherentes al tratamiento farmacológico: en cuanto al hábito tabáquico, el no fumador es adherente en un 56,7 por ciento de los casos; aquellos que realizan actividad física también lo son en mayor proporción (63,3% lo que realizan ejercicio semanalmente y 60,3% los que lo realizan mensualmente); y los que siguen una dieta son adherentes en un 51,1 por ciento de los casos.

Adherencia y hábitos saludables

Esto demuestra que sería conveniente abordar de manera correcta a aquellos pacientes que no han conseguido seguir las medidas higiénico-dietéticas, ya que si así fuera, posiblemente lograrían una mejor calidad de vida al estar además relacionado con la adherencia farmacológica.

“Hay que negociar las expectativas con el paciente, que no siempre coinciden con las nuestras, y transmitirle que si no podemos curar al menos intentaremos mejorar su sintomatología. Explicarles con claridad cuáles son los posibles efectos secundarios y remarcarles la importancia del seguimiento, porque es un tratamiento escalonado”, destaca el doctor Resel.

Estigmas sociales

La vejiga hiperactiva no solo afecta a la calidad de vida en términos de salud, sino también en términos sociales, ya que los estigmas que existen alrededor de la enfermedad son fruto de la falta de información. Como cuenta el doctor Resel, entre los pacientes existe la concepción errónea de que su patología molesta a los demás, lo que les conduce a la vergüenza y al aislamiento social. Además, en un número “significativo” de casos, la VH está asociada a la depresión, según la Guía Vejiga Hiperactiva de la Asociación Española de Urología (AEU).

Para superar estos estereotipos, este especialista cree conveniente concienciar a los profesionales sanitarios sobre este problema, porque, según él, apenas se pregunta al paciente en consulta. “Esto se resuelve aportando una formación específica sobre la incontinencia urinaria, adaptada a la realidad de cada centro y los profesionales implicados. Para ello es necesario dar soporte desde Atención Especializada a Atención Primaria de una forma continuada y cercana (coordinación sobre casos, circuitos adecuados de pacientes, situaciones especiales, etc.)”, señala.

“Esto se resuelve aportando una formación específica sobre la incontinencia urinaria, adaptada a la realidad de cada centro y los profesionales implicados”

Además, considera que es necesario trabajar “profundamente” en tres pilares: el propio paciente (falta de atención, nivel cultural y dificultades económicas), el fármaco (eficacia, posología, efectos secundarios y precio) y personal sanitario (tiempo, evitar relación distante e información deficiente).

En esta línea, uno de los problemas comunes a todas las patologías crónicas es la falta de tiempo para comunicarse médico paciente. “Es muy importante mejorar la comunicación médico-paciente -según Resel-, empleando el tiempo necesario para escuchar con atención los problemas de este último y transmitirle el interés en resolver su situación para no perder su confianza”, un aspecto clave si se relaciona con otro dato del estudio: solo el 39,3 por ciento busca información sobre la enfermedad por parte de su médico. Una información que, como piensa el paciente del doctor Resel, es muy importante para así también concienciar.