La opinión del doctor Manel Santiñà, presidente de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA)
En el año 2003 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el término adherencia como el grado en el que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de hábitos de vida, se corresponde con las recomendaciones acordadas por el profesional sanitario. Por tanto, el término no solo hace referencia a si el paciente cumple con la pauta farmacológica prescrita, sino también al grado de compromiso que tiene con su estado de salud y con el profesional sanitario que lo atiende, teniendo una actitud activa en el proceso.
En nuestro país y en países de nuestro entorno la tasa de adherencia a los tratamientos en enfermedades crónicas se sitúan alrededor del 50 por ciento. Es decir que hay una clara falta de adherencia. La necesidad de aumentarla es uno de los retos de nuestro sistema sanitario.
Desde el punto de vista clínico, una adherencia óptima facilita conseguir una mejor calidad de vida y una mayor esperanza de vida para los pacientes, así como tener una mayor seguridad en los tratamientos y en la evolución de la enfermedad, pues un seguimiento adecuado del tratamiento prescrito está relacionado con una menor probabilidad de recaídas, complicaciones y co-morbi-mortalidades. Hay evidencia en la relación que hay entre la falta de cumplimento y la obtención de peores resultados en salud, un peor control de la enfermedad y la aparición de un mayor número de complicaciones, lo que se traduce en un mayor gasto sanitario.
“Hay evidencia en la relación que hay entre la falta de cumplimento y la obtención de peores resultados en salud”
Cuando se trabaja bajo el prisma de la Calidad Asistencial, la adherencia se enmarca dentro de la dimensión de calidad de la Aceptabilidad, que es el grado en el que el/la paciente y cuidador/a aceptan el tratamiento prescrito por el/la profesional. Pero no solo afecta a ésta, también afecta a las otras dimensiones de la Calidad:
- Efectividad: no conseguimos el resultado previsto o deseado.
- Eficiencia: gastamos más recursos, más tiempo de consulta, más fármacos, etc.
- Accesibilidad: la baja adherencia acostumbra a ocasionar más visitas, con lo cual se ocupa un espacio que podría dedicarse a la atención de otros pacientes.
- Satisfacción: paciente insatisfecho pues no se cubren sus expectativas
- Adecuación: el servicio no se adecua a las necesidades del paciente
- Continuidad: el seguimiento no se realiza correctamente, por ejemplo en aquellos casos de incumplimiento en asistir a las visitas de seguimiento programadas.
- Seguridad Clínica: mayor riesgo de complicaciones.
- Comunicación: dificultad en el desarrollo de una buena comunicación asertiva con el/la paciente y el/la cuidador.
Por lo que, desde el enfoque de la mejora continua de la Calidad Asistencial, se requieren acciones en cada una de ellas si queremos conseguir un nivel de adherencia óptimo, teniendo en cuenta los factores que intervienen y la facilitan. Algunos relacionados con los profesionales: comunicación, confianza; otros con el/la paciente: conocimiento y aceptación de la situación de salud; otros relacionados con el tratamiento: complejidad, riesgos; otros relacionados con la enfermedad: evolución, estadio y otros relacionados con el sistema de salud: como y donde se realiza el seguimiento.