La opinión de Patricia de Sequera Ortiz, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.)
La irrupción de la pandemia de la COVID-19 ha significado un gran cambio que ha puesto a prueba a todo el sistema sanitario español y mundial. Los Servicios de Nefrología se han visto también muy afectados, como no podía ser de otro modo, no sólo en cuanto a la atención y al tratamiento de los pacientes renales se refiere, que han seguido sometiéndose a sus terapias, aunque bajo los protocolos más estrictos, sino también en cuanto a la propia organización y trabajo de los servicios.
Según un estudio que hemos publicado en nuestra revista Nefrología, en el que han participado más del 50 por ciento de los servicios de Nefrología de nuestro país, se ha constatado que el SARS-CoV-2 ha tenido un fuerte impacto tanto a nivel de la hospitalización como de la actividad de consultas externas, del programa de trasplante renal y en el cuidado de los pacientes en programas de hemodiálisis.
“Se ha constatado que el SARS-CoV-2 ha tenido un fuerte impacto tanto a nivel de la hospitalización como de la actividad de consultas externas”
Me gustaría destacar la afectación especial que la COVID-19 ha demostrado en las personas con Enfermedad Renal Crónica, con importantes consecuencias y complicaciones en los pacientes que tenían algún problema renal y que se han visto infectados por el virus. También las personas sin antecedentes de patologías renales previas, se han visto afectadas por la aparición de problemas en el riñón tras verse contagiadas por esta infección.
Desde el principio y de forma proactiva, la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) ha puesto en marcha diversas iniciativas para disminuir este impacto del virus en los pacientes renales. Desde el comienzo de la pandemia leíamos publicaciones procedentes de Wuham que indicaban que los pacientes con enfermedad renal eran más susceptibles de infectarse, y que en ellos la infección sería más grave. Sirva como ejemplo el dato de la mortalidad en nuestros pacientes, que ha sido superior al 25 por ciento, si bien en esta segunda ola la tasa de fallecimientos ha sido menor. La pandemia ha creado un escenario completamente nuevo, que nos plantea nuevos y continuos retos para la actividad de la nefrología española y la atención integral a los pacientes renales. Los nefrólogos estamos llamados -y debemos- jugar un papel fundamental dentro del sistema sanitario.
“La pandemia ha creado un escenario completamente nuevo, que nos plantea nuevos y continuos retos para la actividad de la nefrología española y la atención integral a los pacientes renales”
El envejecimiento de la población y la cronificación de las enfermedades son dos aspectos que ya marcan el presente y el futuro de nuestro modelo sanitario, y ahí, la Enfermedad Renal Crónica (ERC) es un buen ejemplo de ello. Con un crecimiento del 30 por ciento en la última década, en cuanto a prevalencia y mortalidad, unos siete millones de españoles ya se encuentran afectados por esta patología, entre ellos, más de 64.000 pacientes que están actualmente en Tratamiento Renal Sustitutivo (diálisis o trasplante). Se trata, además, de una enfermedad que, con mucha frecuencia, se halla infradiagnosticada, y cuyos síntomas son poco reconocibles en los estadios iniciales, lo que nos ha llevado a llamarla “la epidemia silenciosa”.
La ERC, a pesar de su fuerte impacto en la calidad de vida de los pacientes y en el propio sistema sanitario, no goza de la concienciación y sensibilización que debería tener en nuestra sociedad. Hemos avanzado mucho en los últimos años y nos hemos situado como un país de referencia en el tratamiento sustitutivo y el trasplante renal, pero es necesario abordar el problema de la ERC desde la prevención y el diagnóstico precoz, promoviendo estrategias y actuaciones dirigidas a reforzar la Atención Primaria, y a fomentar hábitos de vida saludable, desde la infancia, para así prevenir sus factores de riesgo (tabaco, obesidad, sedentarismo…) y frenar su crecimiento en las nuevas generaciones.
“La ERC, a pesar de su fuerte impacto en la calidad de vida de los pacientes y en el propio sistema sanitario, no goza de la concienciación y sensibilización que debería tener en nuestra sociedad”
Desde la Sociedad Española de Nefrología seguiremos trabajando en ello, solicitando el apoyo de los organismos públicos, los profesionales sanitarios, la industria y la sociedad, para que, entre todos, logremos frenar esta silenciosa epidemia que es la Enfermedad Renal Crónica.