La figura del paciente activo

La opinión de Álvaro Lavandeira Hermoso. Abogado. Presidente Instituto Investigación y Formación en Salud (IFSASALUD)

Los rápidos cambios a los que asistimos en la sociedad van muy por delante a los de sus estructuras. Esto es especialmente visible en el entorno sanitario: el continuo y activo dinamismo rebasa las rígidas organizaciones sanitarias. Uno de los evidentes cambios respecto de las relaciones de la sociedad con su sistema de salud es el de su propia toma en consideración sobre la importancia de los ciudadanos y su autoreflexión de que estos son el verdadero eje del sistema, lo cual perfila una dimensión futura radicalmente diferente del endogámico sistema sanitario, tal y como lo conocíamos.

Estoy absolutamente convencido de que el proceso de incorporación del paciente como eje vertebrador del sistema es un hecho innegable, indiscutible y sobre todo imparable. Su fuerza está basada en el cambio de los ciudadanos respecto de la sociedad en la que vive y su visión acerca de sus relaciones entre ellos con la administración. Así, es evidente que las relaciones se han democratizado, se han hecho más horizontales, siendo, en general, más lineales. Los ciudadanos son más conscientes de que ostentan una serie de derechos que les asisten; y naturalmente la sanidad, las cuestiones de salud y las relaciones de los ciudadanos-pacientes con su Sistema Nacional de Salud en todas sus vertientes, también incorporan estas nuevas visiones que el “sistema” debe asimilar en toda su magnitud.

“Estoy absolutamente convencido de que el proceso de incorporación del paciente como eje vertebrador del sistema es un hecho innegable, indiscutible y sobre todo imparable

Si bien ésta es una apreciación de carácter sociológico que es patente en los últimos tiempos; igualmente, desde un punto de vista jurídico, el ordenamiento español tiene consagrado un indudable principio de autonomía del paciente, a través de diferentes instrumentos legales, como son, entre otros, la Ley General de Sanidad y, más concretamente, la Ley de Autonomía del Paciente, en las cuales se proclama el máximo respeto a la dignidad de la persona y a la libertad individual; que debe asegurarse, por parte de los estamentos sanitarios, en condiciones de escrupuloso respeto a la intimidad personal y a la libertad individual del usuario. De esta manera, la dignidad de la persona, el respeto a la autonomía de su voluntad y a su intimidad debe orientar toda la actividad sanitaria.

La plasmación de los derechos de los pacientes, relativos a la información clínica y la autonomía individual de los pacientes, es una de las cuestiones más estrechamente vinculadas a la condición de sujetos de derechos de las personas usuarias de los servicios sanitarios, como desarrollo del derecho a la protección de la salud recogido en la Constitución.

En este sentido desde el Instituto de Investigación y formación en salud (IFSASALUD), organización sin ánimo de lucro, somos firmes defensores de la autonomía del paciente establecida en nuestro ordenamiento jurídico, y nuestra actividad se dirige a favorecer y vertebrar de manera objetiva y profesional el conocimiento de los derechos socio-sanitarios que asisten a los ciudadanos en general y a los pacientes en particular; con objeto de que todos puedan decidir sobre su propia salud, tomando decisiones informadas en atención a su propia situación clínica y personal.

“Nuestra actividad se dirige a favorecer y vertebrar de manera objetiva y profesional el conocimiento de los derechos socio-sanitarios que asisten a los ciudadanos en general y a los pacientes en particular”

Para favorecer el apoyo prestado a los ciudadanos, consideramos un baluarte fundamental las asociaciones que representan a los pacientes. Así, trabajamos con éstas en todos los aspectos que fomentan el desarrollo asociativo, con objeto de conseguir unas organizaciones óptimas y perfectamente preparadas para la defensa de los derechos sociales y sanitarios de sus asociados.

Desde IFSASALUD consideramos, desde nuestra visión humanista de la sociedad y de las relaciones generadas, que por encima de las decisiones de carácter técnico-sanitarias, las administrativas, las procedimentales y naturalmente las financieras, se debe incorporar y naturalmente anteponer a la persona por encima de cualquier otra cuestión.

Sin duda, el paciente activo es una realidad consolidada y robusta pero que necesita dotarse de toda la formación e información necesaria, así como de las herramientas y mecanismos adecuados con objeto de conocer sus derechos; a la par que deben potenciarse sus asociaciones, para ser efectivas en la interlocución con los diferentes agentes del sistema sanitario. No deja de ser ésta nuestra misión como parte de la sociedad civil.