La opinión de Alberto Estebán Fernández, vocal de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)
El concepto Big Data (o macrodatos) hace referencia a un sistema de información global que permite el manejo de cantidades potencialmente (casi) infinitas de datos (macrodatos). Gracias a este sistema de procesamiento de datos, y mediante algoritmos complejos, se pueden realizar predicciones, basadas en el conocimiento que tiene el sistema sobre el comportamiento de los individuos en un contexto determinado.
En el mundo sanitario, el Big Data se percibe como una potencial fuente de datos que podría sustituir a las bases de datos convencionales, y que podrían servir para obtener más y mejores datos del comportamiento de los sujetos (sanos y enfermos) y especialmente de la epidemiología de las enfermedades. Así, por ejemplo, si tuviéramos los datos de presión arterial de 500 millones de personas, solamente a través de la información recogida desde el móvil, podríamos conocer la verdadera incidencia y prevalencia de la enfermedad, el grado de cumplimiento terapéutico y los hábitos de vida. Incluso, gracias a esta información, se podrían realizar predicciones sobre su salud (por ejemplo, todos los pacientes hipertensos como el mío que tienen el mismo comportamiento acaban teniendo un ictus en estas circunstancias determinadas) e incluso recomendaciones basadas en estos patrones de comportamiento (ej. recomendar alimentos o conductas cardiosaludables en los anuncios de algunas webs).
“Solamente a través de la información recogida desde el móvil, podríamos conocer la verdadera incidencia y prevalencia de la enfermedad, el grado de cumplimiento terapéutico y los hábitos de vida”
Sin embargo, el gran problema que se plantea a día de hoy es el que hace referencia a la pertenencia de los datos y la confidencialidad de los mismos. Si bien es cierto que el Big Data potencialmente puede ayudar a mejorar el conocimiento de la enfermedad y el manejo de los pacientes, los intereses económicos de algunas empresas que recogen y “venden” datos y la legislación ambigua al respecto pueden suponer un problema para su desarrollo.
En lo que se refiere a la cardiología, ya se están desarrollando algunos proyectos de gran envergadura para mejorar el conocimiento de enfermedades muy prevalentes, como la insuficiencia cardiaca o la fibrilación auricular. El conocimiento que puede aportar el Big data, seguramente superior al de bases clínicas y administrativas, podría permitir desarrollar estrategias diagnósticas y terapéuticas que mejoraran la atención de estos pacientes. Además, el Big Data también podría ser de ayuda para los gestores sanitarios, que podrían optimizar recursos (ej. número de personas de guardia), basándose en las predicciones del algoritmo.
“El conocimiento que puede aportar el Big data podría permitir desarrollar estrategias diagnósticas y terapéuticas que mejoraran la atención de estos pacientes”
Por tanto, el Big Data es un nuevo sistema de gestión de la información con un potencial probablemente impredecible, y que si se regula y se utiliza adecuadamente podría ser una fuente de mejoría del conocimiento y de la práctica clínica.