La opinión de Joaquín Estévez Lucas, presidente de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) y Fundación SEDISA
Se estima que la mitad de la población en España padece al menos una enfermedad crónica, cifra que seguirá aumentando teniendo en cuenta el envejecimiento de la población. Y es que más del 70 por ciento de los mayores de los 65 años tiene alguna enfermedad crónica, siendo cuatro la media de patologías por persona. Estos datos son importantes en gestión sanitaria en, al menos, dos sentidos: en primer lugar, el 80 por ciento del gasto sanitario de nuestro país está dedicado a los pacientes crónicos y tres de cada cuatro visitas a los servicios de urgencias son realizadas por pacientes crónicos y, en segundo lugar, necesitamos reorientar de verdad el sistema y el modelo sanitario a la cronicidad en términos de calidad, eficiencia, resultados en salud y sostenibilidad.
Abordar la cronicidad exige, sin duda, hablar de rediseño del sistema sanitario, participación, intercambio, interoperabilidad y gestión clínica, con un modelo de actuación que parta de la identificación y estratificación del riesgo, con implicación de profesionales sanitarios y de enfermería, consideración de la carga de la comorbilidad y multi morbilidad para prever complicaciones asistenciales al final de la vida, en la generalización de herramientas de apoyo a las decisiones clínicas y explotación de los beneficios de los sistemas de información clínica basados en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Para ello, es necesaria la colaboración de directivos, profesionales sanitarios, administraciones sanitarias centrales y autonómicas y pacientes, junto con el estudio de las opciones de colaboración con la industria farmacéutica y tecnológica y la administración.
“Abordar la cronicidad exige, sin duda, hablar de rediseño del sistema sanitario, participación, intercambio, interoperabilidad y gestión clínica”
Esta transformación implica necesariamente tres líneas estratégicas fundamentales: la integración de subsistemas asistenciales y sociales a favor del paciente, alinear la intervención de los profesionales a favor de una buena práctica clínica centrada en el paciente y aceptar la necesidad de un cambio en la gestión de los sistemas, las organizaciones y las personas, e impulsar el despliegue de las TIC como herramientas imprescindibles para gestionar la nueva estructura organizativa asistencial sociosanitaria.
Si bien los directivos no cuentan con una gran autonomía en la gestión de las organizaciones sanitarias, pueden llevar a cabo, desde la mesogestión, iniciativas que ayuden a desarrollar una cultura organizacional basada en la atención de calidad y eficiente a la cronicidad y que, al mismo tiempo, procure procesos asistenciales centrados en el paciente, que impulsen la calidad de vida, el seguimiento y la adherencia terapéutica. Para ello, las administraciones deben facilitar herramientas de gestión que lo permitan y, asimismo, se necesitan directivos de la salud profesionales, que cuenten con la formación y la experiencia necesarias y que realicen su labor por objetivos, con evaluación. Asimismo, un eje transversal del directivo en todo lo que lleva a cabo debe ser la medición de resultados en salud y económicos, que permitan conocer si lo que se hace es beneficioso, eliminar o modificar lo que no aporte y reinvertir en lo que sí aporte.
“Se necesitan directivos de la salud profesionales, que cuenten con la formación y la experiencia necesarias y que realicen su labor por objetivos, con evaluación”
Solo así es posible mantener un sistema sanitario de calidad, sostenible en el tiempo y centrado en los pacientes.