Dieta y estilo de vida: un binomio insuperable

La opinión de Miguel Ángel Martínez-González, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Navarra

Einstein afirmaba que el hombre inteligente sabe resolver problemas, pero el sabio los evita. Sabemos cómo evitar las principales causas de mortalidad prematura y sufrimiento en nuestra sociedad. Pero no somos sabios, porque no lo aplicamos y seguimos confiando ingenuamente solo en píldoras mágicas, que es lo que más interesa a la Big Pharma.

Cuanto más se investiga en prevención más clara queda la importancia del seguimiento de unos buenos hábitos de vida saludable como el ejercicio físico y una dieta adecuada, especialmente el patrón nutricional tradicional del Mediterráneo, para prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades crónicas, entre las que destacan las enfermedades cardiovasculares.

No reconocer que las acciones de salud pública y de promoción de salud –las que hacen más fáciles las opciones más sanas– han sido los principales determinantes de las reducciones más drásticas en enfermedades crónicas sería negar todos los precedentes históricos. Las estadísticas históricas de mortalidad de Inglaterra y Gales dejan claro que cuando se descubrió la terapia para tratar la tuberculosis, a finales de 1940, la mortalidad tuberculosa casi había desaparecido y el declive había empezado un siglo antes. Hallazgos similares no han dejado de repetirse.

“No reconocer que las acciones de salud pública y de promoción de salud han sido los principales determinantes de las reducciones más drásticas en enfermedades crónicas sería negar todos los precedentes históricos”

Más del 75 por ciento de los infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares serían prevenibles solo con eliminar el tabaco, la hipertensión y la dislipidemia. Las dos últimas dependen de los hábitos alimentarios. Estamos hablando de prevención primordial: la que interviene más distalmente sobre los determinantes de los determinantes y permite generar sociedades completamente libres de estos factores de riesgo. La prevención primordial actúa sobre la emergencia de los factores sociales, culturales o ambientales que darán origen a los factores de riesgo que causan la enfermedad (p. ej., poner barreras a la propaganda de tabaco o de bebidas alcohólicas). Si un Gobierno se propusiese crear las condiciones para que nadie se iniciase en el uso del tabaco, estaría haciendo prevención primordial. Lo mismo sucede si la cultura y la norma social imperante en una sociedad elimina el uso de comida basura, bebidas azucaradas o alimentos ultraprocesados. Con respeto, libertad, legislación adecuada e inteligencia se puede actuar a muchos niveles para lograrlo.

“Más del 75 por ciento de los infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares serían prevenibles solo con eliminar el tabaco, la hipertensión y la dislipidemia”

En EE.UU. Li y colegas (Circulation, 2018) demostraron en dos macroestudios a largo plazo y que se replicaban uno a otro que cinco factores (dieta sana, no fumar, delgadez, ejercicio físico y consumo moderado de alcohol) incrementaban sustancialmente la expectativa de vida y evitaban de manera rotunda las principales enfermedades crónicas. En España, Álvarez-Álvarez (Eur J Prev Cardiol. 2018) en el proyecto SUN (“Seguimiento Universidad de Navarra”) tras seguir a cerca de 20.000 participantes durante más de 10 años, demostraron que la combinación de una vida físicamente activa y un buen seguimiento de dieta mediterránea reducían en un 75% el riesgo de enfermedad cardiovascular.

La dieta mediterránea incluye la restricción de carnes rojas y procesadas, de lácteos enteros y de dulces. Es rica en aceite de oliva virgen extra, frutas y verduras legumbres, pescado y frutos secos. Y es frugal. Esto último es importantísimo en el contexto actual de pandemia de obesidad.